Martha llevaba en
Venecia algo más de 2 semanas cuando creía haberlo visto todo. Se hospedaba en la venta del Piano Nobile del Palazzo Barbaro, en la misma habitación en
la que una vez descansara el escritor Henry James. Era tarde y volvía cansada tras visitar por enésima vez la Isla de Murano, entró en su alcoba y estaba todo tan cerrado… abrió las ventanas y contempló esa
ciudad mortecina endiabladamente hermosa que le atraía tanto.
Las calles parecían dormidas pero había algo más que se le escapaba... Parapetados tras las contraventanas verdes de sus casas latía “la gente per bene”, auténticos venecianos que prosiguen con sus vidas desde la sombra con total indiferencia y falta de curiosidad por el típico turista despreocupado. Pero ella no era una turista convencional, de hecho no sonreía jamás y quería codearse con aquella gente tan distante que ocasionalmente sale de sus escondrijos cual lagartijas.
Bajó y preguntó al conserje:
- Excusa, Tommaso ¿dónde se reune la gente de
aquí? Deben de andar por alguna parte...
- Manténgase al margen signorina, no es una buena idea.
- A ver ¿por qué no? Yo no vine a Venecia para
pasear en góndola– le tendió un billete de 20 euros guiñando el
ojo con picardía- Créeme, eso no va conmigo.
<- Va bene, le contaré cómo internarse
en la Noche Veneciana del Giro D´Ombra.Attenzione, en Strada Nuova se encuentra Cannareggio, probablemente la zona más animada y bohemia de toda Venecia. Tome la calle Fondamenta Della Misericordia y diríjase hacia el Gheto. Le sugiero que se tome un Martini en el Paradiso Perduto, es uno de los bares más
bohemios, el favorito de artistas y estudiantes. Ofrecen programas de conciertos, lecturas de
poesía, exposiciones de arte… uno nunca sabe lo que se va a encontrar tras esa
cortina.
- Parece el lugar perfecto… busco aventura.
- Allí la encontrará, no le quepa duda.
Taconeando al caminar y con su mejor vestido salió allá afuera meneando la cintura, no le costó llegar y se pidió una copa. Todo estaba en penumbra salvo el pequeño escenario donde un hombre muy alto recitaba un poema. Su voz, grave. Las palabras, quebradizas. Había más gente y sin embargo la miraba a ella con ojos vidriosos y labios de súplica. Al recital le sucedió un fantástico saxo que llenó aquel antro de embrujo… cuando él se acercó, se sentó a su mesa sin preguntar.
- Ni yo te lo he pedido.
- No te andas con tonterías…
- A decir verdad, no tengo tiempo.
¡Maldita sea! De sobra lo sabía, le atraían los chicos malos. Y ahí estaba él, apunto de complicarle la vida. Le dio un vuelco al corazón, recordándole que tras tantos desengaños aún estaba viva.
Se besaron y él miro el reloj. Ya era la 1:30.
- Están a punto de cerrar ¿es eso?
- A estas horas… te llevaré al Club
Malvasia Vecchia.
- ¿Dónde está eso?
- Al lado del teatro La Fenice. Es un club privado,
sólo admite miembros.
- ¿Habrá buena música?
- Desde luego, bailaremos hasta la madrugada.
- Eso ya lo veremos... -se le escapó una risita de colegiala y fue esta vez ella quien le besó.
Montaron en la Lambretta, ella le preguntaba su nombre mientras él parecía no escuchar. Y al aparcar la moto, notó que olía a
quemado… frente a ellos el teatro La
Fenice, tras el fatal incendio, seguía a duras penas en pie chamuscado entre un mar
de escombros.
Y enfadada le gritó:
Y enfadada le gritó:
- ¿Qué sitio es este? ¿Por quién me has tomado?
- Confía en mí, el local al que vamos está aquí
al lado. Te gustará, te lo prometo.
- Lo cierto es que no te conozco de nada así que... o me dices cómo te llamas ¡o no entro!
- Mario
- ¿Qué más?
- Para ti, solo Mario
- Pues no es suficiente.
- Es mejor que no lo sepas.
- Creo que me largo…
- Me llamo
Mario Stefani y soy poeta.
- No ha resultado tan difícil ¿verdad, “Mario
Stefani el poeta”?
- Lo has tenido que complicar todo, ambos
pagaremos un precio más alto de lo que piensas.
Ya no habría marcha atrás, ambos lo sabían. Ella, colada por él, le seguiría a todas partes incluso allá donde no hay
camino siquiera. A las cuatro de la mañana pasarían por la
pensión con el pelo revuelto y algo bebidos… por suerte nadie estaba
por ahí salvo 1 veneciano insomne atabiado con su pijama que miraba al trasluz desde el otro
lado de la calle por una rendija… Pero esta vez era distinto, aquel hombrecillo observaba sin
reparo interesado en lo que veía.
Se desnudaron y fue entonces cuando ella descubrió el tatuaje que Mario llevaba en el brazo, era como la página de un libro que apenas asomaba entre su piel resquebrajada. Letras, sangre... no lo dudó, esas palabras impresas las recorrería a lametones. Pocas luces y ese bendito silencio que hizo aquella noche aún más larga y negra.
Pero no fue hasta que Martha se quedó dormida cuando el poeta comenzó a pintar sus manos con henna para luego marcharse sin más. A la mañana siguiente ni rastro de Mario. Solo dejó una nota en el reverso del ticket de la gasolina: "los venecianos, unos seres que nunca dicen la verdad, quieren decir exactamente lo contrario de lo que dicen” Pero aquel acertijo no era nada comparado con el de sus manos: uniendo las palmas se formaba un mapa de la ciudad con posdata: “No me sigas”
Se desnudaron y fue entonces cuando ella descubrió el tatuaje que Mario llevaba en el brazo, era como la página de un libro que apenas asomaba entre su piel resquebrajada. Letras, sangre... no lo dudó, esas palabras impresas las recorrería a lametones. Pocas luces y ese bendito silencio que hizo aquella noche aún más larga y negra.
Pero no fue hasta que Martha se quedó dormida cuando el poeta comenzó a pintar sus manos con henna para luego marcharse sin más. A la mañana siguiente ni rastro de Mario. Solo dejó una nota en el reverso del ticket de la gasolina: "los venecianos, unos seres que nunca dicen la verdad, quieren decir exactamente lo contrario de lo que dicen” Pero aquel acertijo no era nada comparado con el de sus manos: uniendo las palmas se formaba un mapa de la ciudad con posdata: “No me sigas”
Martha se plantó unas bermudas, se calzó las sandalias y aunque le dolía la cabeza horrores salió en su búsqueda. A estas
alturas ya sabía que Venecia es un intrincado laberinto de caminos y fosos, una
destartalada casa de espejos envuelta en bruma por algún terrible encantamiento y por absurdo que parezca, lo más probable y lo mejor habría sido que se perdiera… Estaba dispuesta a recuperar a Mario y vivir juntos su propia leyenda.
"Estás muerto ¡Muerto! Mario. ¿Y eso en qué te convierte?… ¡en un fantasma! TE ODIO, MARIO STEFANI ¿Quieres saber por qué? Cruzaste al otro lado y ahora no puedo seguirte, te fuiste demasiado lejos."
Se levantó, alzó la vista y cuando abandonaba abatida el CampoSanto por una portezuela, se vio frente a una librería y recordó el
tatuaje del chico con palabras impresas. Para su sorpresa un anciano la
esperaba, la llamó por su nombre y le indicó una estantería… Y ahí estaba: “La ciudad de los ángeles
caídos” por John Berendt con el teatro La Fenice , todo él envuelto en
llamas, las rencillas entre los hijos del famoso fabricante de cristal de
Murano Archimende Seguso a lo largo de sus páginas. Relataba las divergencias entre la
familia Curtis el éxito de Massimo Donadon, dueño de la mayor empresa de
raticidas del mundo cuyo secreto consistía en elaborar siniestramente sus venenos , también Giampietro
Zucchetta experto en puentes y con ellos Mario Stefani, joven poeta local que muere en extrañas circunstancias.
Martha se esfumó, no saldría jamás de esa
pequeña librería donde un ejemplar de "La ciudad de los ángeles caídos" permanecería para siempre entre los demás libros con la mayoría de las hojas arrancadas... Aquel libro mancillado solo conservaría las 20 primeras páginas deteniéndose la historia abruptamente antes de tanta desgracia. Y en la anverso de la contraportada alguien se entretuvo en pintar una espiral de letras rojas y negras... menuda canallada.
Bienvenido pues a Venezia y su intrincado laberinto de caminos y fosos, una destartalada casa de espejos envuelta en bruma por algún terrible encantamiento... Claro que quizás todo esto no sea si no una sarta de mentiras ¿? Al fin y al cabo "en Venecia nadie dice la verdad, quieren decir exactamente lo contrario de lo que dicen”
Bienvenido pues a Venezia y su intrincado laberinto de caminos y fosos, una destartalada casa de espejos envuelta en bruma por algún terrible encantamiento... Claro que quizás todo esto no sea si no una sarta de mentiras ¿? Al fin y al cabo "en Venecia nadie dice la verdad, quieren decir exactamente lo contrario de lo que dicen”
Un relato fascinante, qué te puedo decir. Simplemente maravilloso, no estás malacostumbrando los viernes jajaja. Un genial paseo por Venecia donde los fantasmas de los poetas pululan y donde todo puede ser mentira... o no. Un beso :)
ResponderEliminarVenecia, para mí, es una ciudad preciosa y a la vez oscura cargada desde siempre de intrigas y secretos. La muerte está en cada rincón, pues agoniza lentamente... Gracias por acompañarme, Yossi. Da un poquillo de miedo ¿sabes? :S Un beso
EliminarMaravillosa aventura, quien la viviera... A mi siempre me ha gustado Venecia, es una ciudad que aun conserva casi toda su magia ;) Besitos y gracias por este viaje!
ResponderEliminarAlgún día hablarán de Venecia como uno de esos lugares hundidos que alguien jura que existieron...
EliminarUna bola de cristal me ha dicho que pasearás (ejem, navegarás) por Venecia dentro de muy poco tiempo ¿te hace? Ya verás, será estupendo. Ciao, bambina!!
Un relato maravilloso Mere. Venecia mágica, romántica y sobrenatural, como lo será su leyenda si finalmente se hunde cual Atlántida. Tal vez un día, veamos la tumba de una ciudad.
ResponderEliminarTe diré como curiosidad que habiendo visitado Italia, Venecia me falta.
Lo remediaré pensando en jóvenes poetas.
Besos
Yo tampoco he estado en Venecia. Aún pillé la Torre de Pisa cuando más torcida estaba y si algún día visito Venecia ojalá que sea en plena lluvia para calarme hasta los huesos, supongo que de eso se trata. De coincidir allí, no sería con gafas de sol (como ocurriría en Madrid) ¡sino con paraguas! Mientras tanto, hasta que lleguen las lluvias, tu remedio me encanta :) Un beso
EliminarEnhorabuena otra vez, nos estas llevando de viaje Mere ahora toca Venecia ¿cual será el proximo destino? seguro que nos sorprendes, un beso
ResponderEliminarTienes razón, Rocío ¡esto parece una Agencia de Viajes! Pues prepárate para un vuelo trans-oceánico que la semana próxima volamos al Caribe para adentrarnos a golpe de machete en el tórrido Trópico... Por fa guárdame el secreto que igual me despierto mañana con la mente en blanco, no sería la 1ª vez :) Ciao, un beso
EliminarMe alucina como , en un relato tan corto ,puedes contar historias tan intensas.Ay Venecia!!que ciudad mas mágica.
ResponderEliminarBesos
Ahora que lo dices suelo concluír las historias un poco precipitadamente... no sé, supongo que de repente me entran las prisas :) Y de paso, no abuso de vuestro tiempo, que tendréis un montón de cosas qué hacer. Gracias, Manuela, por unirte al paseo. Un beso
EliminarMere, este es uno de los relatos que más me ha gustado!!!!! deberías escribir un libro, una novela!!!!! Piénsalo. Nos tienes atrapados a estas historias y zas! en toda la boca!!!!! se me quedan cortas y quiero más!!!!!
ResponderEliminarUn beso.
Me encantaría, Lidia, escribir algo más largo pero me falta carácter... quizás no ha llegado el momento, quizás no llegue nunca pero estaré alerta. Puede que un día de estos dé con la hª correcta y con tus ánimos lo intente entonces. Un beso
EliminarQue bonitooo. Venecia tiene que ser tan sumamente bonita...hace tiempo leí un libro que estaba ambientado en ella y quedé prendada.
ResponderEliminarEs genial como intercalas los libros, los poemas, la tinta, los tatuajes con los sentimientos de las personas en una mezcla mágica.
Jo, quiero ir a Venecia. ¿Nos apuntamos Venecia en Carnavales antes que Australia? :)
Un beso Mere
Yo tampoco he estado allí, Riku, pero guárdame el secreto que si se corre la voz el relato pierde autenticidad :)
ResponderEliminarMe encanta el plan que propones y así lo haremos, primero rumbo a Venecia a modo de ensayo general y luego... !al infinito y más allá¡ pasando por Australia :D Un beso
Qué bueno!!! Te iba a preguntar si viviste ahí o qué y acabo de leer acá arriba que no estuviste ahí, jaja!, no puedo creer que hayas escrito eso sin conocer Venecia. Yo estuve, 4 días, hace 4 años, y me volvió loca el lugar. Era uno de mis sueño conocer Venecia, para una Argentina imaginate! Lo único que fui en agosto, y era desesperante el calor y la cantidad de gente.
ResponderEliminarTe guardo el secreto...
Cuando puedas ir, te la recomiendo, mucho...
Un beso
Me gusta imaginar sitios informándome un poco y de tanto mirar guías y fotos, ocurre lo inevitable... ¡qué luego estoy deseando ir! El día menos pensado me planto en Venecia, a ser posible en invierno :) Ciao, un beso
EliminarQué relato más absorbente. Me encantó ese misticismo con que adornaste la noche de esta encantadora ciudad. Ayer mismo estuve mirando vuelos para los puentes que se aproximan, pero está todo demasiado caro. Me contento con las aventuras de Martha. Besos
ResponderEliminarSi Venecia es misteriosa, aún lo será más oír retumbar nuestros pasos en plena noche. Todavía seguirá un tiempo a flote así que terminaremos paseando las dos por esos canales y encontraremos a Martha ¿o no? en alguna parte :) Me has dado una alegría, gracias por pasarte. Besos
EliminarVaya que forma tan hermosa de narrar, menudo descubrimiento he hecho esta mañana, no conocía tu blog, estaré atentísimo a tus próximas publicaciones-reseñas-historias llenas de talento y trabajo.
ResponderEliminarEncantado de haber dado con tus letras.
Un abrazo :)
Yo también me alegro mucho de haber dado contigo. Tu blog, Alejandro, tiene un halo de genialidad así que me temo que nos vamos a leer muy muy mucho bien (como diría un inglés con poco vocabulario). Será un placer verte por aquí, yo también te visitaré. Un beso
EliminarUna entrada genial. La historia me ha encantado pero las imagenes también han llamado mi atención. Besos
ResponderEliminarLa historia surgió precisamente a raíz de los 2 tatuajes que alguien me pasó a modo de reto... me lié a escribir y salió todo lo demás. Las fotos me cuesta encontrarlas y el brillo me machaca los ojos en un glorioso intento de ¡qué no se me duerma nadie! por el camino :) Gracias, Albanta. Un beso
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