En todo hay un antes y un después. Y claro, también en la cocina. Cocinar es un arte ancestral, en conexión íntima con las personas. Generación tras generación encienden la lumbre, maceran la carne, saltean las verduras, aderezan el asado, se espolvorean las manos de harina, esparcen la levadura, amasan y deja que repose. A partir de ahí, las horas y el fuego se encargarán del resto.
Es un quehacer perenne. No hay sol ni luna que despierte sin el crepitar de una hoguera o el aparatoso bullir de un microondas. La cocina no es una lengua muerta, no guarda conexión con la muerte sino con la supervivencia misma.
Les Marauds, es allí donde se originan los problemas. El sitio donde todo empezó. Fue allí donde conocí a Armande, paseando frente a su casita. Allí es donde la gente del río amarra sus barcas, donde Anouk solía jugar con Pantoufle, a orillas del Tannes, llenas de juncos. Y también fue allí donde Armande me dijo que fuera, si yo hubiese podido pensar con claridad:
Junto a mi casa había un melocotonero. Si vas en verano,
la fruta ya estará madura y lista para coger.
Y ahí estaba... Un viejo melocotonero, sus ramas a medio calcificar a causa del paso del tiempo y las hojas en forma de daga abrasadas por el sol. Pero ella tenía razón, la fruta estaba madura. Cogí tres melocotones, aún calientes por el efecto del sol y suaves como la cabeza de un bebé. Le tendí uno a Anouk y otro a Rosette. Luego le di uno a Reynaud.,,
DÍAS DE FUTURO SmartyPans recurre al smartphone o a un tablet para que conozca el usuario en todo momento qué está ocurriendo con su preparación. Por medio de tres sensores (peso, humedad y temperatura), un procesador integrado y conectividad Bluetooth, la sartén le guiará por una receta en concreto, indicando cuando añadir cada alimento, el peso o las calorías le reportará la receta a tiempo real. El sensor de temperatura ayuda también con los tiempos de cocinado, informando sobre el estado de la comida y evitando que la ésta se queme gracias a un aviso si la temperatura es muy alta. Son las nuevas tecnologías, para tu bienestar.
DÍAS DE PASADO Hubo un concursante en la última edición de Masterchef-United States que rebosaba carisma, se trata de Big Willie. Un afroamericano grandullón todo sonrisas y gafas de colores. Cocinero amateur y director del grupo de Gospel en una iglesia evangélica de Houston. Pues bien, Big Willie asistió a una prueba de presión en la que se jugaba la permanencia en el concurso. Tenía que escalfar un huevo, proporcionándole solo uno. Se la jugaban pues a una carta: El huevo podía romperse, perder la yema, quedar crudo o por el contrario, hacerse demasiado. La clave estaba en el tiempo de cocción... Y esto es lo que Big Willie hizo: canturreó Amazing Grace para sí. un himno eclesiástico de su congregación. No una ni dos, sino ¡tres veces! Es el truco que le contó su abuela para escalfar un huevo los minutos justos. Los demás concursantes estaban tensos, atacados. Mientras él, canta que te canta, más feliz que unas castañuelas. Y ¿qué pasó? Pues que acertó de pleno y su huevo escalfado resultó estar en su punto. Se salvó de la eliminación, honró a su abuela y lo mejor de todo. Ta-ra-ri, ta-ra-ra... Pasó un buen rato. ¡Ahí lo tienes! Eso es disfrutar en la cocina.
- ¿Te gustaría echarnos una mano? - Vamos a preparar mermelada de melocotón.
- "Bam. Mermelada. Pam. ¡Badda-bam!" , cantó Rosette, cogiendo una cuchara de madera y haciéndola bailar sobre la mesa.
Alyssa me miró con curiosidad.
- ¿Mermelada de melocotón?
- Es una receta muy sencilla. Tenemos todo cuanto necesitamos: azúcar de mermelada con pectina, un cazo de de cobre,frascos, canela... y melocotones, claro. -Sonreí-. Vamos , ayúdanos a cogerlos.
Por un instante, Alyssa dudó. Luego me siguió hasta fuera. Era bastante seguro: la casa está aislada y desde el camino no puede verse el melocotonero. El viento del aután es despiadado: los pies del árbol ya estaban cubiertos de fruta. Si la dejas ahí más de un minuto, las avispas empiezan a atacarla, pero los melocotones caídos son perfectos para preparar mermelada y en menos de diez minutos ya teníamos un montón de ellos.
El cazo de cobre era de Armande, aunque yo tengo uno muy parecido. Es grande, tiene forma de timbal y su fondo es irregular. En el fogón de la cocina de Armande parece el caldero de una bruja..., lo cual no se aleja mucho de la realidad, supongo, porque ¿qué se asemeja más a la alquimia que transformar ingredientes crudos en algo que te hace la boca agua?
- "Bam, bam", dijo Rosette, tamborileando en el cazo de cobre.
- Ahora hay que preparar la fruta.
Llené el fregadero de agua fría. Lavamos los melocotones y quitamos los huesos. Frotar un poco no hace daño y hace que los melocotones estén más dulces. Mientras trabajábamos, con las mangas arremangadas y el dulce jugo goteándonos por los brazos, la cocina se llenó con el soleado perfume de los melocotones, de azúcar y de verano...
Llené el fregadero de agua fría. Lavamos los melocotones y quitamos los huesos. Frotar un poco no hace daño y hace que los melocotones estén más dulces. Mientras trabajábamos, con las mangas arremangadas y el dulce jugo goteándonos por los brazos, la cocina se llenó con el soleado perfume de los melocotones, de azúcar y de verano...
En la cocina no hay límites ni reglas. El reino de los sabores es infinito. Es el lenguaje más universal que conozco. El suyo, el tuyo y el mío. Auténtico, libre, sin ataduras. Prueba la comida de un pueblo y sentirás de inmediato una gran afinidad con su cultura. Comparte su mesa, sus risas... Así es, la cocina sigue uniendo personas.
¿Arte o ciencia? En cualquier caso, es pura artesanía. Los dedos esparcen, modelan. La mano revuelve la olla sobre el fogón formando un remolino. Basta con perder el miedo al fuego y el aire se empapará de bruma. ¿Magia blanca? ¿Magia negra? Ambas confluyen como en el tablero de ajedrez en una tregua sencilla. Tanto en la choza de la bruja como bajo la torre del alquimista, el tiempo converge en un momento de felicidad del todo inusual que les transforma. Durante el efluvio, nadie es quien decía ser, son solo criaturas.
- Hoy no vamos a cocer los melocotones.Los dejaremos reposar toda la noche. Un kilo de azúcar por cada kilo de fruta, menos las hojas y los huesos, claro. Los cortamos y los metemos en el cazo de cobre... El cobre es el mejor metal para cocinar, porque se calienta más deprisa Luego añadimos el azúcar y a continuación, con una cuchara de madera, lo mezclamos con la fruta. Esa es la parte que más le gusta a Rosette porque es la más movida. Y porque además huele muy bien...
- Hoy no vamos a cocer los melocotones.Los dejaremos reposar toda la noche. Un kilo de azúcar por cada kilo de fruta, menos las hojas y los huesos, claro. Los cortamos y los metemos en el cazo de cobre... El cobre es el mejor metal para cocinar, porque se calienta más deprisa Luego añadimos el azúcar y a continuación, con una cuchara de madera, lo mezclamos con la fruta. Esa es la parte que más le gusta a Rosette porque es la más movida. Y porque además huele muy bien...
Las fosas nasales de Alyssa se dilataron.
- Y ahora añadimosla canela -dije-. En rama, no en polvo; partidos los palitos por la mitad. Con dos o tres bastará...
El olor a verano se había vuelto otoñal. Hogueras y Halloween. Tortitas de canela preparadas al aire libre. Vino caliente y azúcar quemado.
- ¿Qué te parece?
- Está muy bien -dijo- ¿Y ahora qué?
- Hay que esperar -contesté-. Tapamos el cazo con un trapo y lo dejamos toda la noche. Luego, por la mañana, encendemos la cocina y removemos la mermelada hasta que hierva. No debe hervir más de cuatro minutos; luego la metemos en frascos hasta que llegue el invierno.
Me miró de inmediato.
- ¿El invierno?
- Claro. Yo no estaré aquí -dije-. Pero la mermelada sabe mejor en invierno, cuando las noches son largas y el aire es helado. Cada frasco que abres es como abrir un poco de mermelada de sol...
Dejé que llorara, a veces eso ayuda. A nuestro alrededor, el perfume de los melocotones era tan intenso que resultaba casi insoportable. Fuera, el viento agitaba las ventanas. Cuando sopla el aután, ya se sabe.
Dejé que llorara, a veces eso ayuda. A nuestro alrededor, el perfume de los melocotones era tan intenso que resultaba casi insoportable. Fuera, el viento agitaba las ventanas. Cuando sopla el aután, ya se sabe.
A cada bocado, el sabor estalla y entras en trance. Luego culmina y se escapa. Aún conservamos el aroma, que lentamente se disipa. Pero no todo se evapora, hay algo que perdura. Lo que nos queda, es la compañía: Los amigos que invitaste a cenar aún no se han ido, esos críos que cual pollitos se acurrucan en vuestro nido de tela a cuadros siguen ahí, mirándote. El recuerdo de la matriarca te ronda, el calor de la chimenea te salpica con el repicar de las brasas: Mi padre solía decir "porque la sopa de tapioca de mi santa madre..." ¡cómo le brillaban los ojos! Es en torno al fogón donde se confunden los días. Días, de futuro-pasado
Y es a eso precisamente a lo que sabe un melocotón. De niño lo probaste. haz memoria.
Y es a eso precisamente a lo que sabe un melocotón. De niño lo probaste. haz memoria.
El cazo de cobre estaba vacío. Entre las dos, llenamos todos los frascos que había en la casa. Cocino cuando estoy inquieta. Me gustan las recetas sencillas, la preparación de los ingredientes, la certeza de que si sigo las reglas el plato nunca me va a defraudar. Si la gente fuera así... Si el corazón fuera tan sencillo...