viernes, 27 de julio de 2012

El lenguaje absurdo de las Ostras


¿Nunca te ha pasado? Quieres ir a alguna parte. La luz, el aire... presientes que estás tan cerca, que casi lo puedes tocar. Te ahoga la impaciencia, la euforia te consume, estás a punto de llegar ¡pero aún no sabes ni a dónde! Buscas, olfateas... Te recreas en el instante que se hace eterno y es entonces, solo entonces, cuando llegas a ese sitio por casualidad: 

Bajo el gris del cielo emerge un muelle de maderas clavadas en el fango, perseguido por una fila de casitas de pescadores. Huele a sal pero del mar, ni rastro. Pequeños barcos con nombres de mujer y algas pegadas al casco, un lugar desolado. ¿Quién se llevó las olas a 1ª hora? Fue la marea, serpenteando.

Un par de mesas, no más ¿de verdad es un restaurante? "Huitres a vendre" ponía clavado con chinchetas aquí y allá. Solo sé que un muchacho de pocas palabras nos ofrece un puñado de ostras en un solo plato recién traídas de la orilla, acompañadas de vino blanco.

Conforme las sirve, nos guiña un ojo, agarra el monopatín y deslizándose entre tablones podridos se pierde sin mirar atrás cual cohete termo-propulsado dejándonos a solas con un anciano expectante, un perro saltarín y esos 12 bichos viscosos y azulados que nos llaman a gritos en su lenguaje secreto, atrayéndonos de alguna forma... Comemos la 1ª, a continuación las devoramos todas y a partir de ahí, bien poco recuerdo de un sueño que raya más bien en lo disparatado:  

"El anciano se acerca y sopla. 
- Agárrese bien a la silla, se avecina un vendaval. 
Sonríe con picardía asomando sin pudor los pocos dientes que le quedan. Intuye lo que ocurrirá a continuación y no le desagrada la idea, más bien lo está deseando. 
De repente no sé ni como, puedo ver los tejados ¿fui yo quien subí o las paredes bajaron? Tengo delante una veleta de hierro con la silueta de un orgulloso pato que cansado de otear el horizonte, se deja mecer por la ventolera girando y girando... 

Me desplomo frente a la mesa de antes pero ahora la comparto con un Vincent Perez (atractivo actor francés de los años 90) de lo más apenado que mira hacia abajo apoyando sus codos sobre un plato de mejillones. Viste vaqueros y una camiseta roja que lleva escrito "Mickey Mouse is a Rat" y la verdad, no le falta razón. Entonces me coloco un mechón tras la oreja, me mojo los labios y como si tal cosa le pregunto: 
- Pero Vincent, ¿cómo tú por aquí? 

Prefiero no saberlo así que cambio de tema 
- Pero a tí te pasa algo, tú no estás bien... 
- Es este viento, cada vez que intento leer el guión, se me va volando. Rodamos dentro de 3 días en Senegal y no consigo leer ni una línea. 
- ¡En el Senegal! Pues yo que te hacía con Audrey Tattou en una lavandería...
- Mujer, eso es lo de menos 

Mientras hablamos va Vincent y en un acto reflejo se toma un mejillón y el efecto es inmediato: Al tocho de 500 hojas a máquina que sostiene en las manos le da por flotar y... 
- ¡Esta vez no se me escapa!
- Ni tú a mí ¿no íbamos a comer juntos? Espera al menos a que me acabe los guisantes... ¡Caramba, pero qué cita más corta! 





El guión se eleva aleteando y se lleva a mi galán por los aires y yo detrás también cobro altura pues le tengo agarrado del brazo izquierdo cuando va y se me cae un zapato... 
- Merde, demasiado grandes! 
Volar con Vincent cruzando el cielo... ¡perfecto! pero sin zapatos... ¿dónde está el glamour?
Lo que es imposible no puede ser, le suelto y caigo de nuevo a la mesa de siempre, pero ahora en la silla de al lado se me ha plantado un pato mareado (de tanto girar) que se tambalea. 
- Menos mal que no pedí canard, o la habríamos liado. 

Por lo visto Vincent decide marchar él solito volando para el Senegal y antes de alejarse me dice: 
- ¿Ves lo que me pasa por comer mejillones? Así que ya sabes, ¡ni se te ocurra probar los guisantes! ¿entendido? 
En fin, no es la más romántica de las despedidas pero no hay tiempo para lamentos, ahora en el plato ya no hay guisantes sino maíz ¿o eran pipas? que saltan alerta y dispuestos... ¿dispuestos para qué? ¿un ejército de maíces locos? ¿qué se proponen?
Ni hablar, no lo consentiré: los tiro en un impulso heróico salpicando todo el suelo de puntos amarillos. 

Llueve y el anciano me observa risueño: 
- Este verano habrá una buena cosecha, no lo dude. 
- Pero ¿no era usted pescador? 
- Sí, claro, pero eso era antes...  
En 10 segundos escasos brotan cientos de plantas vertiginosamente y me quedo ahí sentada frente a un pato y rodeada de girasoles despistados que no saben hacia donde mirar pues no luce el sol por ninguna parte." 

Según se miré, me agencié un lugar precioso para dormir la mona: vino, ostras alucinógenas, girasoles y ese palmípedo parlanchín. Y si te pesa la cabeza tal que si llevaras un casco de amianto... ¡cómo agota conversar con un maldito pato! 

12 comentarios:

  1. No he podido quitarme la sensación en todo el relato de estar comiendo en una mesa hecha con astillas de la que usara el Sombrerero loco, en ese país con cerditos habladores, gatos llorones que fuman en pipa y reinas de corazones.
    Tumulto, agilidad y velocidad en un vuelo vertiginoso del que lo único que se te ha olvidado... es mirar a ver si la ostra tenía perla :P
    Besos

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    1. Desde los aires vi mi zapato caer sobre las cabezotas de un par de gemelos que discutían y ¡cáscaras! si no le dio a un pobre huevo sentado sobre un muro, fue por los pelos... Gracias por tan bonita comparación, un beso

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  2. Jajajajajaja, divertido, si señora, muydivertido. Aunque en algunos momentos me mareé, como el pato. Sería yo ese pato?

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  3. Yo también terminé mareada ¡y encima sin zapatos! Gracias por pasarte, Violeta, nos leemos :)

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  4. Una entrada muy agradable y divertida. Me ha arrancado unas sonrisas :)

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  5. Nunca se me dio bien contar chistes, me pierdo por la mitad y me lío yo sola ¡por fin consigo que alguien se ría! Gracias por pasarte, Yossi, te seguiré la pista.

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  6. A mi me ha gustado mucho!!vaya viajecito!!

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    1. Irial me habló de ti justo esta mañana, te encontramos comentando en el blog de Elliot dijo que eras muy maja. Y mira por dónde ¡tenía toda la razón! Gracias, Marilu, bienvenida a este rincón de palabras alocadas :)

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    2. Jaja, qué casualidad! pues he llegado a ti por el retwiteo de mientras leo. Y aquí me quedo, ea!

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    3. Genial, Marilú, será estupendo contar contigo y nos veremos también en tu blog que parece muy chulo, por lo que he visto ;) Besos

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  7. Qué divertido! Algo de cierto tendrá que haber en todas esas historias sobre las ostras :) Aunque yo más bien había leído que eran afrodisíacas, en el fondo esto es otro tipo de alucinación, una alucinación amorosa... xD Para la próxima vez que comas ostras asegúrate de atar a Vincent Perez a una silla o se te volverá a escapar volando.

    Genial historia, Irial

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    1. Seguiré tu consejo, Irial y la próxima vez que coma ostras tendré a mano cuerda, carmín, mp3 llenito de tangos, falda ajustada, linterna, camara de fotos, tiramisú y sandwiches de ensaladilla ¿por qué? Por si las moscas ¡claro! :) Besos

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