Volvía del cine tan aturdido con tanto monstruo surgiendo de la nada... que la ciudad se me hizo fría y oscura. Creí adivinar sombras acechando en cada rincón, de modo que corrí pisando charcos, saltándome los semáforos con tal de llegar más pronto a casa. Cené poco, tardando en acostarme más de lo habitual. Mi padre no me quitaba ojo. Nunca me había visto
así, con los nervios deshechos, tan alterado por nada en particular.
- A ver, ¿qué pasa? Apenas has probado bocado…
- Nada, solo que estoy cansado.
Por fin me fui a la cama para dormir del tirón hasta media noche
cuando un ruido extraño me despertó sobresaltado. Escuché un alarido, seguro
que fue en sueños… Tantas vísceras,
tanta sangre me tenían sorbido el seso.
Sudaba como un pollo, no paraba de darle vueltas, hasta que incorporado
en la cama encendí la linterna. Necesitaba ver las paredes de mi cuarto para cerciorarme de dónde estaba, disipar
esos temores ridículos que tanto me atormentaban.
- Te oí gritar, Rafa. Llevas
así desde la cena, estás muy rato. Venga, dímelo de una vez ¿qué es lo que
tanto te asusta, hijo? Algo te ha tenido que pasar para que vayas por ahí así
de acojonado, andas escurriéndote por las esquinas como alma que ha visto al diablo.
Aquella voz no me sobresaltó, de hecho me resultaba familiar… ¡Cómo
no! Era la de papá, el bueno de Olaf, solo que un poco distorsionada. No es de extrañar que anduviera por ahí a
esas horas, mi padre es dado a los paseos furtivos, nocturnos en
sus largas noches de insomnio.
- Estoy bien, papá, de verdad.
- Bueno, ya acudirás a mí cuando estés preparado. Venga, seguro que no es para tanto. Créeme, he visto tantas
cosas, algunas horribles… Tal como está la vida, ya nada me sorprende. Lo tuyo
no será más que un contratiempo, en cuanto me lo cuentes, nos lo ventilamos de
un plumazo.
Por un momento papá me tranquilizó y mientras bromeábamos lo dejé estar, pero fue alumbrarle con
la linterna directamente a los ojos cuando me percaté de un pequeño detalle, absurdo y escalofriante a la vez que me
dejó atónito al descubrir clavadas
en su rostro unas pupilas tan profundas como cavernas de rojo intenso. Sí, eso mismo, como el reflejo del flash en
una foto.
Parecían dos rayos laser ¡capaces de fulminar a cualquiera! Y esa tristeza que le invadía… sin duda se sentía culpable por algo, bajo sus párpados cansados ocultaba algún secreto turbio e inconfesable. Justo entonces me vino a la mente como una ráfaga esa escena de la peli en la que un joven enamorado se acerca a la chica bajo la luz de gas para acariciarle el cabello y ella al mirarle a los ojos con ternura intuye que no es humano ¡sino que se trata de una bestia! Se aleja de él, grita como poseída… no dejándole otra opción al pobre muchacho que clavarle sus garras y devorarla viva. Era esa misma mirada lánguida y confusa, cargada de rabia y frustración. Eso es, igualita, tan salvaje y primitiva como la que tenía justo delante.
Parecían dos rayos laser ¡capaces de fulminar a cualquiera! Y esa tristeza que le invadía… sin duda se sentía culpable por algo, bajo sus párpados cansados ocultaba algún secreto turbio e inconfesable. Justo entonces me vino a la mente como una ráfaga esa escena de la peli en la que un joven enamorado se acerca a la chica bajo la luz de gas para acariciarle el cabello y ella al mirarle a los ojos con ternura intuye que no es humano ¡sino que se trata de una bestia! Se aleja de él, grita como poseída… no dejándole otra opción al pobre muchacho que clavarle sus garras y devorarla viva. Era esa misma mirada lánguida y confusa, cargada de rabia y frustración. Eso es, igualita, tan salvaje y primitiva como la que tenía justo delante.
Me levanté temprano sumergido de lleno en un complejo puzzle del que tenía que colocar las piezas. Haciendo memoria, todo encajaba a la perfección. En las fotos más recientes salía siempre mi padre con los ojos rojos, entonces me remonté a los álbunes de su juventud y ahí estaba de nuevo esa mirada himnótica de rojo fuego que parecía estallar en llamas ¡incluso en las fotos en blanco y negro! Mi padre procedía de Centroeuropa, al parecer se
crio en la Selva Negra, en una granja donde cultivaban cebada para proveer cereal a
una fábrica de cerveza. Como llovía a
cántaros aquella mañana me llevó en coche a clase y aproveché para tantearle un poco:
- ¿Por qué abandonaste
tu tierra natal, papá?
- Ya nada me retenía allí, después de lo que pasó ya no pertenezco
a aquello
- Podrías haber ido a Munich…
- No soy bávaro, hijo. Nací más al este en el estado de Baden-Württemberg
que es muy distinto. Vivíamos en los bosques donde nace el Danubio, rodeados de árboles centenarios donde mis ancestros marcaron su territorio.
- Podríamos ir alguna vez, me gustaría conocer a los abuelos
- Allí ya no queda nada más que desolación. Solo astillas,
ceniza y un puñado de muertos.
Dicho esto, mi padre se quedó callado pegado al volante con
la visión fija en la carretera. El silencio era atronador, solo interrumpido por el movimiento rítmico e intermitente del
parabrisas. Era como si él no estuviera allí, sus pensamientos volaban hacia alguna otra parte. Se hallaba del todo ausente perdido en su soledad, acorralado
por una amalgama de sentimientos brutales y contradictorios... Daba auténtica
lástima, fue realmente cruel devolverle al torbellino de su pasado sin más coraza que sus gafas de concha y los
guantes de cuero. Al verle tan depre decidí no investigar más y olvidarse de todo aquello.
Ya estaba de vuelta a
la hora de comer cuando mi madre puso la mesa. Al verme, trajó una colorida ensalada y una bandeja llena de chuletas. Fue un alivio ver a Olaf sonriendo de
nuevo, haciendo gala de un apetito formidable.
Se le hacía la boca agua al contemplar la carne, le brillaba el iris,
expectante, como si contemplara un Lamborghini último modelo.
- Carmen, ponme otras 2 chuletas. Y por favor, que estén poco
hechas.
- ¿Qué tal estas?
- Mejor me voy a por las que dejaste en la cocina, esas que
chorrean aún un poco de sangre.
- Pero si las que dices están casi crudas. No,
hombre, no.
- Tú déjame hacer, que así es cómo me gustan.
Ahora que por fin había pegado carpetazo al asunto, va mi
padre y me sale con esas. ¡Quién en su sano juicio se zamparía a mordiscos 2 chuletas crudas! Desde la puerta le observé desgarrar la carne
a jirones con esa magnífica dentadura… No, el tema no estaba zanjado y llegaría
hasta el final, por duro que resultara para ambos.
Tras semejante carnicería mi padre volvió a la mesa para
comentar como si tal cosa:
- Recuerda, Carmen, que este fin de semana me voy a cazar. Estaré
fuera la noche del viernes y la del sábado. Ya sabes, no hagas planes para
nosotros.
La cantidad de veces que mi padre se marchaba “a cazar” al
campo durante días… no caí hasta entonces. Partía una vez al mes sin escopeta
ni munición, completamente solo para volver a casa con las manos vacías. Otro
dato a tener en cuenta: de noche durante el fin de semana brillaría la luna llena… ¿cómo
se me pudo pasar? Debería haberlo relacionado antes.
Salió de casa aquel viernes por la tarde con la furgoneta y yo decidí seguirle pedaleando como un loco en mi motocicleta y hete aquí que a eso de las 11 tras recorrer 18 kilómetros se bajó del coche en un bar de carretera, la camarera le guiñó el ojo y le sirvió una cerveza. Un cartel de neon luminoso anunciaba con destellos de luz rosa chicle un motel descuidado y ruinoso llamado “Hot Paradise”. En uno de los bungaloos le esperaba alguien y solo entrar, corrieron las cortinas. Intenté colarme por el ventanuco del baño pero no hubo forma, así que me quedé tiritando allá afuera.
Silencio, risas, aire cargado, silencio, gritos, aullidos, calor intenso y más silencio… Confirmé lo inevitable, con toda seguridad mi padre se había transformado en Hombre-lobo y tras dedicarle en rito fatídico un canto a la luna, salía de caza entre los arbustos en busca de una víctima para saciar su sed de sangre densa y oscura. Pillaría algún camionero cansado, estirando las piernas en la estación de servicio y lo despedazaría poco a poco...
Salió de casa aquel viernes por la tarde con la furgoneta y yo decidí seguirle pedaleando como un loco en mi motocicleta y hete aquí que a eso de las 11 tras recorrer 18 kilómetros se bajó del coche en un bar de carretera, la camarera le guiñó el ojo y le sirvió una cerveza. Un cartel de neon luminoso anunciaba con destellos de luz rosa chicle un motel descuidado y ruinoso llamado “Hot Paradise”. En uno de los bungaloos le esperaba alguien y solo entrar, corrieron las cortinas. Intenté colarme por el ventanuco del baño pero no hubo forma, así que me quedé tiritando allá afuera.
Silencio, risas, aire cargado, silencio, gritos, aullidos, calor intenso y más silencio… Confirmé lo inevitable, con toda seguridad mi padre se había transformado en Hombre-lobo y tras dedicarle en rito fatídico un canto a la luna, salía de caza entre los arbustos en busca de una víctima para saciar su sed de sangre densa y oscura. Pillaría algún camionero cansado, estirando las piernas en la estación de servicio y lo despedazaría poco a poco...
Otra vez risitas, acompañadas de susurros… Mi padre y su
acompañante ya estaban de vuelta, volvían de la cacería. Por fin conseguí
entrar en la casa por una contraventana de la cocina y al deslizarme hasta el
salón ahí estaban los dos desnudos, jadeando a cuatro patas, retozando sobre
una alfombra peluda bajo la chimenea. En la penumbra tiré un jarrón y Olaf y Katia
se dieron cuenta.
- ¿Quién anda ahí? Sal, qué te vea la cara si tienes cojones…
- Papá, soy yo, Rafa. Estaba preocupado por ti, necesitaba
respuestas.
- Pues ya ves, aquí me tienes. Ejem, esta es Katia, una vieja
amiga.
- No es culpa tuya, papá, lo llevas en la sangre.
- Menos mal que lo ves así, hijo. Me siento fatal ¿sabes?
- Pronto seré como tú y saldremos juntos de correrías ¿vale?
- Pero ¡qué dices! No lo consentiré, Rafa, esto no es vida.
- Cuando ocurra obedeceré a mis instintos, ni tú ni nadie
podrá evitarlo.
- Si al crío le va la marcha, deja que haga de él un hombre. Le
daré más placer del que imagina…
- No te metas en esto, Katia. Joder, ¡si no es más que un
niño!
- Entonces ¿ella también caza? Pues iremos en manada.
- Mujer, tápate, que no te vea así el chico.
- Larguémonos de aquí, hijo. Por cierto, no le cuentes nada a
tu madre ¿querrás guardarme secreto?
- Pues claro, papá, ella es humana y no lo entendería.
- Si se lo contarás, me echaría de casa. Pillaría un cabreo…
- No es una de nosotros, no necesita saberlo.
El desconcierto de Olaf era supino. Su propio hijo estaba
dispuesto a encubrirle tras un encuentro adultero, prohibido. Se miró en el retrovisor, aún tenía carmín en
la cara… sintió vergüenza de si mismo.
- Te juro, Rafa, que no volverá a ocurrir nada de esto.
- Si eso es lo que quieres, en los recreos me subiré al laboratorio de química y prepararé un antídoto.
- Si eso es lo que quieres, en los recreos me subiré al laboratorio de química y prepararé un antídoto.
- Eso es. Una magnífica idea, hijo.
Al cabo de 3 semanas aparecí triunfante con un tubo de
ensayo y en el garaje sorbimos aquel mejunje a medias, padre e hijo. Sabía a
arañas y queso con un ligero toque de coliflor que dejaba un desagradable regustillo
a almendras amargas… pero a pesar del mal trago mereció la pena. Aquello sería
el fin del principio por que a partir de entonces no habría más cacerías ¡ni
una más! Bueno, que yo sepa al menos.
Muy bueno el relato, me ha encantado. Creo que padre e hijo hablaban de temas muy diferentes.
ResponderEliminarTienes un deje irónico y algo cómico. También consigues un clima de suspense. Me gusta mucho tu estilo. Un abrazo, Mere.
Me gusta tratar temas serios despojándoles del consiguiente drama para no amargar a nadie y de paso aprender a encajar la vida tal como viene. Gracias por los ánimos, Mela, intentaré seguir en esa línea :) Un beso
EliminarMere, aunque no sé si era esa tu intensión, la historia de hoy me parece muy divertida. ¿El papá Lobo? ¿Chuletas crudas? Por cierto, tengo dos en el frío y no sé cómo las miraré a la hora de lanzarlas al fuego. Hay momentos realmente hilarantes..Un beso.
ResponderEliminarMi consejo es que las eches a la sartén rápido y casi, casi, sin mirar. Eso sí ¡cuidaíto! no te vayas a salpicar... La churruscas un poco y a la mesa, se come y no te preocupes de más ;) Me encanta que nos riamos juntas, de poder contar contigo. Gracias, Marisa, un beso
EliminarUna conversación de lobos-besugo jajja. Muy intrigante y divertida a la vez. Escribes siempre con mucha "intención" que mantienes desde la p
ResponderEliminarrimera palabra a la última. Un hilo desconcertante y tortuoso que intriga y hace reír hasta aue estalla al final. Qué mal nos estás acostumbrando los viernes jeje. Un beso.
Si de verdad se mantiene el interés durante todo el relato, me alegro muchísimo (es algo que me preocupa, por eso pongo los colorines ¡para que el ánimo no decaiga! entre párrafo y párrafo)A ver qué se me ocurre para el próximo viernes, no sé por dónde saldré la próxima vez... ya se me ocurrirá algo. Gracias, Yossi, por tu opinión siempre optimista :) Un beso
EliminarMenos mal que el niño tenía imaginación porque el padre le veia ya "las orejas al lobo" jeje, gracias otra vez por tus relatos nos alegras los viernes aunque esten oscuros como este, besos.
ResponderEliminarPues sí, Rocío, sales a la calle, ves las noticias... Con la que está cayendo, la imaginación "te da alas" y sin tener que tirar necesariamente del Red Bull ves el mundo más bonito ¿verdad? Gracias por estar ahí, un beso
EliminarMagnífico relato de "cacerías a media noche"
ResponderEliminar¡¡¡Hay que ver como funcionó ese antídoto casero!!!
Seguro que fue la coliflor.
Me he divertido un montón.
Abrazos.
Estoy contigo, Pedro Luis, seguro que la eficacia del anídoto se debe a la coliflor... Habrá que prepararla al horno por si las moscas, de vez en cuando. Vaya, como no quiere la cosa :) Un beso
EliminarEstá claro que todos somos un tanto animales, en este caso de un marrano salió un asno y se pusieron a hablar de caza al haber de por medio una gallina.
ResponderEliminarHas estado genial, Mere
Besos
Tienes razón, vivimos en medio de un zoológico. Cada día veo por ahí un puñao de tortugas en el Corte Inglés , 2 o 3 elefantes en los semáforos y si me apuras, alguna que otra manada de gacelas en hora punta corriendo hacia el metro. Por si acaso las gallinas, las prefiero lejos... ¡tienes una tarde de lo más ingeniosa! de veras :) Un beso
EliminarQue divertida, chica!!! Me he reído como nunca. Prmero me creía lo del hombre lobo (hoy en día con lo de moda que están esas cosas), luego ya me entró la intriga, y por último, al descubrirse el pastel, ¡qué risa! Algo que debería saber ya es que tus entradas unca son lo que parecen...
ResponderEliminarY mi pregunta es ¿realmente el padre dejó sus "cacerías" o sólo se las apañó para ser más cuidadoso? Jajajaja últimamente no paras de escribir de infidelidades :P
Quiero creer que el padre pasa página, eso parece ¿no? Y lo mejor de todo, con la peli que se monta el chiquillo... ¡tan contento! Por cierto, pura casualidad lo de las infidelidades recurrentes... ¡toco madera! ;) Un beso
EliminarPobre rafa, ¡que iluso!
ResponderEliminarA su padre le odio, no puedo con los adúlteros. Hubiera preferido que fuera un lobo jaja
Tenía toda la pinta vaya, sobre todo por la carne cruda y las "cacerías". Que bien se lo pasaba el señor en las cacerías ¿no?
Besotes Mere ^^
El tío lo pasaba pipa, quiero suponer que no era un mal tipo sino un hombre hechizado por el influjo del astro... La luna llena tiene estas cosas, a todos nos afecta, despertándonos. Si pudiera, bajo su influjo, me plantaría en el jardín botánico, en un banco a oscuras me tomaría una Coca-Cola y luego buscaría luciérnagas hasta la medianoche :) Bastante más inofensivo ¿no? Un beso
EliminarMe gustó tu blog, Mere.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Gracias, Humberto. Me he pasado por el tuyo y... todo un hallazgo, de veras :) Un beso
EliminarUIx Mere, que llego la última!!!!! Primero me daba un poco de miedo el relato, después me he creído lo del hombre lobo, y al final me he partido de risa porqué creo que el niño está como una cabra de tantas películas que ve.
ResponderEliminarUn beso.
Creo que el niño intuye que su padre no es feliz, oculta algo y ante semejante panorama familiar "se monta su propia película" ;) Tal como están las cosas en aquella casa... casi mejor así ¿no crees, Lidia? Un beso
EliminarUy!! qué calamidad y tortura supone para el chico semejante descubrimiento, pero míralo, saliendo al paso, asumiendo su carga genética como un campeón dispuesto a hincar el diente donde sea necesario XDDD hilarante, un relato suspendido en el terror de los hombres lobo y me hará mirar los viejos albums de fotos con otra cosa en mente. Genial! Besos
ResponderEliminarPienso igual que tú, Marilú, que el chico aguanta el tipo dispuesto a asumir su rol junto al padre, dispuesto a lo que sea por seguir adelante. Para mí, un pequeño héroe. Eso sí, a ver si le vale con la carne del Burguer y lo inflamos a hamburguesas :)
Eliminar* Ojo, yo que tú no miraba esas fotos o darás con esos ojos rojos y empezarás a darle vueltas... Uhmmm ;) Un beso
Jejejee me ha encantado me he reido mucho, pobre chaval, pues si que era inocente y cándido jajajaja y el padre flipando por su apoyo. Enhorabuena. Besos.
ResponderEliminarPues sí, el muchacho es un incondicional y me gusta la gente así que acepta lo que hay y a partir de ahí ¡seguimos! Hay que ser muy valiente y positivo para mantener esa actitud y claro, el padre alucina en colores al carecer de la madera incombustible de su hijo. Me alegra saber de tí, gracias por tu tiempo :) Un beso
EliminarEl cianuro potásico con olor a almendras amargas de nuestra Agatha Christie y... adiós al lobo feroz, verdad? jeje. Me ha encantado!
ResponderEliminarBesos,
Eso es, se ve que el cianuro potásico con olor a almendras amargas "en la dosis correcta" (ojo con pasarnos, que si no...) cura las más variadas aflicciones ;) Qué alegría me das, Carmen :) Un beso
EliminarUna buena historia...un beso desde murcia
ResponderEliminarMuchas gracias, Alp. Bienvenido, un beso
EliminarLa verdad es que es muy bueno (lo primero que leo de tu blog y ya quiero más). Tiene todo lo que uno necesita, suspenso, terror, realidad y una pizca de humor.
ResponderEliminarMuy bueno che.
Me quedo.
Gracias, Walter, me interesa tu criterio y saber lo que escribes, ahora mismo me paso por tu blog, ahora me toca a mí pasar miedo... Un beso
Eliminar