martes, 22 de enero de 2013

Hora punta en el metro


Estación de Callao, línea 5 color verde, pared amarilla. 

"Próximo tren dirección Alameda de Osuna 3 min. Siguiente en 8 min."

Es temprano, la gente se agolpa en el andén. Caras serias, muchas prisas. Hora punta en el metro y encima llueve allá arriba. Marian apoya la espalda contra la pared curva del andén para colocarse mejor el calcetín que se le escurre dentro de las katiuskas. 

- Menudo día me espera, pisando a cada rato con el talón desnudo, con este buruño de lana concentrado en la punta... 


Su postura no puede ser más absurda: el bolso se le escurre por el antebrazo izquierdo no dejándole maniobrar, le estorba tanto que se le cae el calcetín dentro de la bota y ahora no lo puede sacar.

- De mañana y ya haciendo malabarismos... me siento ¡cómo un mono de feria!  Gluup, menos mal que nadie mira. Si no llevara tanto trasto ahí metido... - susurró para sus adentros -tengo que hacer limpieza ¡y ya mismo! Antes de que pierda las llaves entre este mejunje pintalabios y chocolatinas. 

La gabardina a cuadros le cuelga del brazo derecho de acuerdo con un sistema infalible que ideó una vez, para no pasar ni frío ni calor en aquel mundo subterráneo. El pie en alto se le engancha con el collar de nácar que le llega hasta la cadera...


l¡A qué tanto abalorio! - de un tirón va y se rompe  - voy tan coqueta, tan ideal ¿y para qué? Seamos realistas ¿a quién pretendo seducir aquí dentro?

Me temo que no solo lo piensa,. También lo dice, pero en flojito. ¿Qué si está loca? No, tampoco es eso. Es que cuando se pone nerviosa o se cabrea, le da por hablar consigo misma con la certeza de que a esa distancia nadie puede oírle. De hecho  tiene razón, aquel laberinto interminable no es el lugar más propicio para un encuentro fortuíto. Caras serias, muchas prisas. Hora punta en el metro y encima llueve allá arriba.

Un niño que pasa arrastrando una mochila de ruedines le pega tal viaje a la bota vacía que, hasta entonces  en equilibrio, que se tuerce y se tumba. De repente suena Lady Gaga, eso es que le llaman al móvil. Ya, se lo que pìensas...  ¡de locos! 

- Caramba ¡pero si hay cobertura! Será Sofía. A ver si encuentro ese cacharro... ¿dónde lo habré puesto? Es igual, no contesto. Si nos vamos a ver enseguida, lo que sea ya me lo dirá luego.

Con la pierna en alto, Marian más  parece una cigüeña expectante en lo alto de un campanario que una estatua marmórea entre las ruinas de Miconos. Lo segundo sería más propio de una estudiante de filología clásica... pero es lo que hay. Dejémoslo estar,. que no está el horno para bollos. Esta mañana no tuvo tiempo para ponerse las lentillas, lleva esas gafas de concha que aún le dan dolor de cabeza..Y encima este  calor, tantas personas que avanzan en fila india... Se encuentra fatal, aún no ha desayunado. Encima ayer se acostó tarde terminando la traducción.  Siente un leve mareo, suficiente para perder el equilibrio a la pata coja y termin rpor desplomarse en el suelo con todos los bártulos. Hazte a la idea, un número... Por suerte, cada cual va a lo suyo en la gran colmena. Todos andan demasiado atareados para reparar en nuestra abeja. Por fin el cartel luminoso anuncia algo inminente: 

- "El tren va a efectuar su entrada en la estación". 

- ¡Qué alivio! Ahora los demás se subirán al vagón y por fin me dejarán espacio para recomponerme 

Entre que se levanta, sabe que perderá el tren.

- No importa, ahora lo que prima es recogerlo todo. Ya cogeré el siguiente. 

El tren se acerca más y más. Pasos, motores, chirridos... el ruido es inmenso, ensordecedor. Si bien en cuanto entran todos, se hace el silencio y Marian cree escuchar nítidamente una voz que habla tan claro y despacio como si estuviera muy cerca, pero está muy lejos:

"El horror es un impacto, un momento de absoluta ceguera. El horror está desprovisto de toda huella de belleza..." 

La voz dijo algo más, pero con el silvato del tren ella no lo oyó. Está como hechizada. Esas palabras contrastan tanto con el tremendo caos, que despiertan perdidamente su curiosidad... Todo empieza como un juego: dará con esa voz en medio del enjambre, hay algo en ella que le atrae enormemente.

Mira a su alrededor con ansias de descubrir a su interlocutor secreto, pero es demasiado tarde. Nuevas caras igual de serias llegan con  prisas. Hora punta en el metro y encima llueve allá arriba. Si aún se encontraba entre ellos, jamás le encontraría.

Malditos robots, no más que autómatas. Me niego a comportarme así, no quiero ser uno de ellos. 

Marian suspira, la voz marchará con aquel tren cargado hasta los topes.

" …no se daba cuenta en aquella ocasión de que las metáforas son peligrosas. Con las metáforas no se juega. El amor puede surgir de una sola metáfora..."

De nuevo esa voz...

Cómo entona las frases, con ese acento tan dulce. Con ese timbre grave, profundo y pausado... perfecto. Pero ¿y si no es real? Podría ser fruto de mi propio desvarío... ¿O es alguien que me conoce? Cualquiera diría... ¡que me lee el pensamiento! No se como, pero logra penetrar en mi alma... Ay, como sea un vampiro... me muerde ¡y me muero!

El eco trae una carcajada lejana, remota...Se siente frágil e indefensa y sin embargo necesita que esa voz vuelva a hablar. Espera con avidez, dispuesta a saborear  cada palabra... 

- Acepto, sea cuál sea mi destino. No huiré, aspiraré cada palabra ¡las necesito!

En ese instante un chico moreno accede al vagón a la carrera aterrizando en su interior con el équipo de música a tope, a golpe de requetón. Marian sabe que con aquel ritmo machacón, la voz se disipará por completo y le  perderá una vez más. 

El tren se va y el andén queda desierto, casi vacío. Son pocos ahora ¿pero estará entre ellos¿ Lo duda. Por ahí hay una chica rubia con cascos, chaqueta de lana y vaqueros, que algo despeinada y calada hasta los huesos zapatea con el pie y balancea la cabeza al unísono, siguiendo un ritmo invisible que solo ella conoce... Marian la envidia por un momento. Ajena a la lluvia, al tumulto, al paso inexorable de las horas... extraviada en lo más profundo de su burbuja. A su lado, un hombre delgado anda y desanda, camina sobre sus pasos una y otra vez. Parece nervioso, pero no mira el reloj. ¿Se le hace tarde? ¿le esperan en algún sitio? No es eso, lo que pasa es que está deseando fumar y no puede hacerlo ahí dentro. Sostiene algo en la mano, un cigarrillo apagado, que menea constantemente, listo para ser encendido.Al otro lado del andén, una anciana menuda con una bolsa ya histórica ¡de Galerias Preciados! mira aquí y allá con sus ojillos despiertos y desorientados. Devora los paneles de informacion sin ningún éxito. Duda si ir, si volver... igual se ha perdido entre los pasillos. O quizás no sabe ni a dónde va, ni siquiera quien es... Y se sumió en el olvido.

También aguarda sentado un chico alto en un banco del fondo, bajo una enorme valla publicitaria. 

- "Viaja a Praga con Vueling"
- Visitar Praga... ¡cómo me gustaría! 

Aquel chico está tirado, despatarrado sobre el asiento. No se da cuenta pero por poco le pone la zancadilla a la viejecita  que aún anda mariposeando  aferrada a su bolso, que le protege a modo de escudo. El chico lleva una chupa de cuero negro, va mal afeitado y a simple vista parece de lo más pasota. Sin embargo sostiene en la mano un libro de bolsillo amarillento y deformado, arqueado en los bordes. Marian no alcanza a ver la tapa. Así desde lejos, parece un cómic... en fin, una historieta. 

- ¡Ja! A éste le calé hondo. Un Peter Pan inmaduro, que no se toma la vida en serio. 

Por último, más cerca de ella, otro chico erguido, en pie, mucho más elegante. Con pantalones de Hugo Boss y camisa de Armani. Consultaba su agenda sin parar, anotaba cosas. La mira con descaro, con complicidad... y sonríe.

A buen seguro era una voz de hombre, bien podría ser él... el chico trajeado de la sonrisa Profidén. 

- Me pregunto si entre todos esos hombres, habrá quien sea capaz de amar además de sentir... 

"..hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos pasiones no solo distintas sino contradictorias. El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer)"

Marian escucha callada, sin pestañear. Ni se atreve a respirar por temor a que el calor de su aliento se lleve sus palabras. Allí permanecerá quieta, extasiada hasta que un goteo continuo y persistente ahoga esa voz que tanto la embriaga.

Marian se concentra en todos aquellos efectos sonoros que se escapan de su mente: pasos, móviles, silvidos, toses... son muchos, demasiados. De repente comprende: aquel tunel no es si no una gran bóveda y el sonido se transmite  de una pared a otra a través del arco pudiendo proceder de cualquier parte de la nave ¡hasta de la otra punta! Y tiene una pista, ese goteo que no cesa... ¡ya habrá tenido que originar un charco!

Inspecciona el suelo ¡y sí! Hay un charco junto el empapelador de esos enormes anuncios del Corte Inglés que se pegan en las paredes. Pues bien, de no ser por él se desplomarían en pedazos. ¿Será él?No, no puede ser. Acaba de llegar y además el líquido derramado no es agua sino pegamento del cubo con cola que se le escurre del rodillo a cada brochazo. Marian se pone en pie para observar cada baldosa, tiene que haber agua en alguna otra parte...

"No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos. Si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento, como los pájaros hacia los hombros de San Francisco de Asís" 

- Aquí está de nuevo, hablando de amores y casualidades. Y lo nuestro ¿no es acaso una casualidad?

Ambos juegan al mismo juego, al menos ella lo ve así. Y por eso se atreve a decir en voz baja pegada a la pared sin mirar a nadie:

"Hagamos que esto sea real, estoy decidida a encontrarte" Tú dirás cuándo y cómo... que sea hoy, llévame a alguna parte... 

 Esta vez es su propio móvil el que rompe la magia. Se trata de una de sus amigas, que llama rabiando, de lo más enojada. Ya había telefoneado antes y Marian no contestaba.

-- Soy Sofía ¡¡¡habíamos quedado!!! ¿recuerdas? Te espero en Fuencarral bajo la lluvia  ¡y no llegas! ¿se puede saber dónde te has metido? Estaba preocupada, tú siempre eres tan puntual... pensé que te había pasado algo. 

Marian siente vergüenza, hacer esperar a Sofía en plena calle... ¡y diluviando! Claro que ella le había pegado plantón muchas veces. Sí, más bien ocurría al revés pero aún así no estaba bien ¡Lo prefería mil veces! Marian empieza a pensar que lleva toda la mañana comportándose como una auténtica loca. Llega a dudar si de verdad hay alguien interesado en ella ¡o se lo está inventando! Si habrá volado su invitación por el eco de los túneles o se habrá quedado adherida a las losas rotas... 

Llega el siguiente tren y con él la avalancha y luego el silencio. Al parecer todos los demás viajeros se montan salvo el guaperas trajeado quien, al ver que Marian sigue allí, no duda en avanzar hacia ella  con confianza, pisando fuerte. No titubea, sabe perfectamente lo que le va a decir. 

Oye. ¿me dices la hora, guapa?  - preguntó de repente el yogurín vestido de Armani. Nada, como si tal cosa....

- Sí, claro. Son las 8 y cuarto. 

Hasta ahí, todo de lo más casual. Lo malo es que el clon de Hugh Jackman prosigue con un delicado y sutil plan de seducción:

- ¿Ya está? 
- ¿Cómo qué si ya está? Pues claro. 
- Vamos al grano. Qué noto cómo me miras... tú buscas rollo, nena. 
- Te equivocas. De veras, no es eso. Yo solo...  

El muy capullo, lo echa todo a perder.

- Venga, no te hagas ahora la mosquita muerta, que no tengo todo el día. A ver, a dónde vamos... ¿a tu casa o a la mía?

Y así fue cómo 40 infames palabras, despojaban a nuestro adonis de todo su atractivo.

- Entonces ¿era este imbécil? No sé, hay algo raro en su voz... que no coincide, no puede ser la misma. 

Pues bien, de repente levanta la vista... Y voilâ, ahí está el charco. Y sí,  corresponde a una gotera del techo que gotea sin cesar. Está junto a un banco, justo sobre un anuncio: 

-  Viaja a Praga con Vueling

Y entonces recuerda que esa foto ya la ha visto antes...

- ¿Había alguien allí sentado? Quizás, pero ahora ya no hay nadie.  

Mientras tanto el muchacho alto con la chupa de cuero negra, tras cruzar al otro andén por las escaleras pasa despistado por detrás de Marian, que al mismo tiempo nota como alguien la roza. A la vez una mano enorme se escurre por el bolsillo derecho de su gabardina . 


- Un momento... ¡Me están robando! ¡¡¡¡Al ladrón!!! ¡¡¡Polícía!!! Ha sido el chico de negro ¡qué alguien le alcance! 

El muchacho corre entre la gente y se pierde en el tumulto..

- Al final va a resultar que mi héroe no es más que un delincuente. ¡Un carterista de tres al cuarto!

Rápidamente se echa las manos al bolsillo y comprueba con  alivio que aquel sinvergüenza no ha logrado quitarle el móvil. Y no solo eso, ahí dentro ¡hay algo más, se trata de un libro.

Es una primera edición con tapas blandas de "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera del año 1984. Dentro, entre sus páginas: 2 entradas de cine para ver la película del mismo nombre basada en el libro, una reposición en los Multicines Lumier. Hoy mismo, sesión de mañana, a las 12.30. Fila 7, butacas 11 y 12. Detrás de cada entrada, una palabra: Butaca 11 (reverso): "te". Butaca 12 (reverso) "espero".

- Sofía, lo siento. Nos vemos mañana, hoy me surgió... digamos, un "leve" imprevisto. 
- Cómo puedes hacerme esto, zorra. ¡a mí! 
- Tú me lo has hecho montones de veces. 

Estación de Callao, línea 5 color verde, pared amarilla. "Próximo tren destino Alameda de Osuna: 2 minutos" Es temprano, la gente se agolpa en el andé. Caras serias, muchas prisas. Hora punta en el metro y encima llueve allá arriba... 

Y entre ellos 2 personas, una pareja de desconocidos que pronto viajarán a Praga y aún no lo saben... 

Esa, querido amigo, es otra historia y aún no la he escrito. 

17 comentarios:

  1. Primeeeeeeeeee!!!
    Una colega de profesión en un viaje de metro misterioso y a la vez muy sensual y evocador y con un final muy, muy feliz. Me ha encantado esta sorpresa de martes lluvioso por la noche.Con la de veces que yo cojo ese metro.... Un beso :)

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    1. Me ganaste, malandrín!!!!!
      Voto a Brios que me andaré bien alerta para la próxima
      jajajajaja
      Besos

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    2. Medalla para los dos ¡con himno y todo!
      Gracias, Yossi, por montarte en ese tren, por tan linda descripción, porque sé que puedo contar contigo, que siempre tendrás algo bonito que aportar a este nuestro rincón. Si coges esa línea de metro a menudo, igual nos vemos :) Estaré al tanto, un beso

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  2. Qué preciosidad.... mira que me gusta venir a leerte. Y mira que me he sentido identificada con la primera parte... y sabes? no suelo dejarme llevar por los finales felices. O tal vez sea la lluvia... pero ¿por qué no? Es una historia con un final a lo Ende, que siempre decía "Pero eso es otra historia y ha de ser contada en otra ocasión" Espero que tú no me hagas como él... y volemos a Praga algún día, sin fecha.
    Besos entusiasmados de martes por la noche

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    1. Así es, la lluvia tiene ese mágico efecto. Y lo mejor de todo, nos hace soñar con lo que podría ser... el principio de otros logros. Marian cargada de trastos que se caen todos a la vez en cascada... sí, me suena. Me ha pasado más de una vez y ejem, resulta aparatoso :) Praga... suena bien. Volveremos a Praga, más tarde o más pronto. Gracias, Silvia, cuando leo algo así me animo tanto, que hasta parezco ¡más alta! Un beso

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  3. :) Obviando la disputa me quedo en tercer puesto de llegada. Jejejeje. El bronce tampoco está mal.
    a lo que vamos, otro martes mágico, ya empiezo a insertarlo en mis paradas obligatorias, revisoras de entradas :P
    Me ha encantado Mere y hoy diría que todo, todo, todo. Desde lo más profundo a lo más cómico (me he partido con ese Hugh Jackman de pastel) y destacan esos diálogos. Y mientras siga habiendo historias ya me parece un final estupendo. Muchos besos Mere

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    1. Bien merecida esa medalla de bronce, Marilú. Eres olímpica, igual que ellos :)
      Muchas gracias por montarte en ese tren , por pensar en la vida, por reír conmigo un día más. Con los diálogos, es como estar allí y de algún nos colamos en el escenario, nos escurrimos entre todos ellos y vivimos el momento. Un beso

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  4. Hola Mere, sentiría claustrofobia en un metro, me agobiaría.
    "Hora punta en el metro y encima llueve allá arriba", me ha gustado encontrarme con esta frase.
    El guaperas, un verdadero idiota.
    Y dos desconocidos que, en cuanto se conozcan, pueden darse cuenta de que están hechos el uno para el otro.
    Besos

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    1. Dos desconocidos que dejan de serlo... de hecho ese siempre el comienzo. Todo comieza con un encuentro fortuito, el azar juega un gran papel en cada uno de nuestros movimientos.
      "Hora punta en el metro" es el nombre de una canción de "Mamá", un grupo de los 80 que le gustaba mucho a mi hermano. Si te preguntan, guárdame el secreto :) Un beso

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  5. Bolsos de chicas, monólogos en voz alta..y, claro está, una flecha del Cupido perdida en medio de la multitud. Me encantado tu historia de hoy, y me alegro que hayas revelado el título del libro que mencionaste al principio. Si me permites, me quedo con este fragmento: "No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos." Un beso y qué tengas una buena semana.

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  6. Así es, Marisa, describiste el escenario a la perfección y elegiste una frase preciosa del genial Kundera que llevada a la práctica del día a día enriquece nuestras vidas de un modo insospechado...
    Te deseo una feliz semana, repleta de casualidades :) Un beso

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  7. Aix Mere, como me ha gustado, primero los calcetines, que razón tienes, pero peor es cuanto se entregiran las medias!!!!! pero me ha encantado, al final el cine siempre da mucho juego, lo de vueling bueno de momento esperemos que llenen más los motores de gasolina.
    Un beso.

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    1. Justo, Lidia, conoces esa sensación de... ¡tierra trágame! A mi me pasa a veces porque salgo de casa a la carrera con las manos llenas de cosas. Pero ¡qué narices! así la vida es más emocionante, aunque también más aparatosa :) Gracias, Lidia, un beso

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  8. Hoy me he visto reflejada en Marian, el calcetin, el telefono que no hay quien lo encuentre, el bolso super abarrotado de cosas bueno yo terminaria con las gafas colgando por la nariz jeje. La proxima vez que este en la parada el autobus me fijare por si acaso me pasa algo parecido a lo que le paso a Marian en el metro. Y que esta historia también me ha encantado, besos.

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    1. Marian es un pelín despistada, pero linda y tierna. Si te ves reflejada en ella es porque rebosas encanto y fíjate que es algo que ya intuía yo... Estate alerta, Rocío, que la parada del autobús da pie a historias sorprendentes :) Un beso

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  9. Yo que me había olvidado del ajetreo del subte, dicen que nunca me ha pasado nada porque tengo cara de policía (no coincido, pero si eso me salvo, bienvenido sea).
    Me sofoqué y esas medias me dieron calor jeje.
    Besos Mere.-

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    1. El metro es una caja de sorpresas, ahí abajo puede pasar cualquier cosa, cambiarte la vida incluso. Con que cara de poli ¿eh? Pues que tendré que ser buena :) Gracias por la visita, Walter, un beso

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