Hay vida después del martes
Dora no espera carta alguna y aun así repara en que últimamente la propaganda no se acumula en el buzón al ritmo al que están acostumbrados. También queda muy sorprendida cuando su marido el farero, no pasa el rato de buena mañana ojeando su revista “Pesca Abordo” del mes de diciembre durante el desayuno y comprueba“casualmente” a una distancia de dos kilómetros tirando de los prismáticos que su vecina Lena no para de llamar con insistencia por teléfono para protestar a su tienda online por un pedido de Pantys Luxury con brillantes Swarovsky que se demora más de lo previsto. “¿Pensará ponerse las medias de seda con botas de agua para regar las berenjenas?” – se pregunta Dora con cierto recochineo y también una pizca de tristeza. Pues en toda la comarca no hay un evento programado, en las rías pasa el tiempo más despacio que en Sildavia. Y si ya de por sí se presenta monótono el panorama, basta que se acerque la Navidad para que cada cual se esconda en su casa y reviva sus sueños de puertas adentro. La familia en torno al hogar de leña… Ya, suena de lo más bucólico. “Pero si faltan los hijos casaderos que abandonaron el campo y los pocos que quedan sueñan con marchar, entonces se te cae la casa encima” – se dice la farera resignada.
Dora suspira, se siente vieja y la escalera del faro en espiral cada vez le resulta más larga y angosta. Pero no se amilana, se agarra fuerte a la barrandilla, baja en busca de respuestas y calzando un par de botas katiuscas y envuelta en un impermeable rojo de plástico transparente toma el sendero provista de bolsa de papel (que una es muy ecológica) para recoger indicios, gorro de lana y gafas de sol. Unséase: perfectamente equipada para investigar. Podrías llamarla curiosa, inquieta o maldita bibaracha y en cualquier caso acertarías. Lo cierto es que tiene un pálpito… Las rodillas le rechinan y cuando eso ocurre, es que algo no marcha bien en San Vespertino. Y a pesar de que sus métodos de deducción resulten un tanto excéntricos, por absurdo que parezca me temo que tiene razón.
Catorce minutos después en la peluquería del centro: Los secadores rezuman y hace un calor espantoso. Dora entra toda sigilosa, a pesar del frus-frús del impermeable será todo oidos. Habrá de actuar rápido porque una vez dentro solo dispodrá de tres minutos exactos para recabar información. Suena serio ¿no? Tantas prisas, ni que se tratara de una misión imposible. “La abuela en la mismísima boca del lobo”. Vale, no es una cuestión de vida o muerte pero casi, casi. Irma, la esteticienne, pinta a la alcaldesa las uñas:“Ni un Christma a estas alturas - gesticula - Mi hermana podría olvidarse, pero es que tampoco tengo noticias de Pepe”. La alcaldesa toma el relevo en busca de atención y alza la voz para no ser menos por encima de los efluvios del secador: “Y yo, con mi máquinaTassimo en el despacho ¡muerta de risa! Para qué quiero una cafetera esmaltada en azul cosmos de última generación si se me acaban las cápsulas promocionales y por más que solicito monodosis no me las traen. Es inconcebible, ¡ni que viviéramos en las antípodas!" – grulle consternada como si de ello dependiera la paz mundial. “Lo cierto es que no vas tan desencaminada - sopesa Dora – Finisterre viene a ser justamente eso, durante siglos esta isla se halló más allá del mundo conocido.”- Apura el aire, se le acaba el tiempo y constata que interrogando no está muy fina. Surge un careo espontáneo, todas cacarean y es ella precisamente quien se va por los cerros de Úbeda.
No recibe respuesta, la toman por una vieja loca, así que opta por escabullirse sin despedidas. Nuestra detective otoñal tendrá que huir de mala manera porque tiene la tensión baja y si permanece caerá redonda como en una sauna. No ha estado jamás en Finlandia ni siquiera en un spa, pero está al día por un número atrasado del Cosmopolitan con el que su prima de la granja envolvió el verano pasado media docena de huevos.
Así fue: Un día de lluvia, harta de ver resbalar las gotas por el vidrio de la cocina, Dora se entretuvo pegando con las claras seis pedazos de papel sobre la mesa de trinchar como quien monta un puzzle a modo de pasatiempo. No ha estado nunca en una juguetería con puertas de diferentes tamaños pero sabe que han de encajar las piezas por el catálogo del Corte Inglés que le mandan sus sobrinos de la ciudad cada año por estas fechas para que les pague por giro postal los juegos que previamente señalan con Pilot rojo. Muy eficientes los nenes, siempre tan puntuales salvo está vez. A todo esto, Dora tampoco ha estado nunca en una papelería, conoce la marca de rotuladores porque su hija trabaja en Sears de Oporto y hace dos décadas exactas se dejó uno en la encimera... Por supuesto, no lo ha echado en falta en todo este tiempo y por lo visto, a sus padres tampoco. Mejor, lo dejamos. Por qué seguir con esta oca de adivinanzas si cada casilla resulta tan ocasional como desafortunada.
Total, siempre la misma historia: Habitar en San Vespertino viene a ser como montar en el elefante del centro del carrusel, ese que aún estando rodeado de espejos apenas se mueve por más vueltas que dé. A veces hasta duda la farera si sigue girando la tierra, podría estarse repitiendo el mismo día en este modesto rincón desde los tiempos de Mari Castaña y nadie se enteraría.
Basta de lamentaciones y centrémonos en el caso: Dora reflexiona y cree entender lo que pasa: Definitivamente alguien ha saboteado las sacas de correos. Podría tratarse de Gloria, la madre de la pequeña Barbie: Su cuarto es tan rosa que parece una casa de muñecas enmoquetada con chicle gigante. O el novio de Desi, loquita por Justin Bieber. Pobre Rafa, hasta se dejó flequillo pero por más que se esmera en seguir el ritmo el Karaoke no es lo suyo y lamentablemente seguirá de por vida a la sombra de semejante hortera. Claro que también tenemos al pequeño Obi-Juan, harto de que los Reyes Magos solo le traigan miniaturas de los personajes de Star Wars y espadas láser de todos los colores cuando lo que realmente desea es un monopatín. Pues bien, buen sondeo, ya tiene la farera su lista de sospechosos. En adelante les vigilará con recelo, comprobará sus coartadas y con que cometan el más mínimo error, los pillará in fraganti.
Pero tras la euforia, brotan las dudas. Vuelve a casa confusa... ¿Y si se ha vuelto una paranoica con el viento del Xilsa? Odia esa ventolera fría y seca que azota el faro y amenaza con heladas tempranas, siempre termina por agriarle el humor. Y en esas estamos, acariciando a tientas el lado oscuro, cuando a la altura del rio Dora se topa con la
Vespino amarilla del cartero. Ahí lo tienes, sentado de espaldas junto a un saco de
arpillera llenito a rebosar. La oye acercarse, parece abatido. La saluda sin aplomo, la cabeza gacha y los hombros caídos. “No entregaré a los vecinos de San Vespertino más
cartas por Navidad, Dora. Estoy cansado de fingir, están cargadas de mentiras”. La farera comprende, acaba de pillar a Tomás con un amasijo de sobres y él confiesa, necesita compartir tan pesada carga. Para su sorpresa, el funcionario
de correos listo para la reprimenda recibe una inusual respuesta: “No las tires al agua, Tomás, tengo una idea mejor”. Serán colegas o complices si lo prefieres. Tú mismo, según en que bando estés.
Y Dora desembucha un plan complejo y delicado digno de la reina de los espías, la hermosa Matahari. La ancianita resplandece. Es más, de repente como si bebiera agua milagrosa va y se le pasan todos los males. En la orilla mira su reflejo y a pesar de contemplar lo más parecido a una croqueta embutida en papel Albal por culpa del dichoso impermeable, sonríe pues nunca se encontró mejor.
El Plan:
"En Nochebuena iluminaremos el faro, brillará como una antorcha y con la marea bailarán las campanillas. Parecerá más un bastón de caramelo talla XL que un árbol de Navidad convencional, pero poco importa, lo engalanaremos para la ocasión. Me apuesto a Priscilla, mi mejor vaca, a que Obi-Juan no se resiste y le pega un lametón. Le sabrá salado y soltará en un escupitajo. Bien, está dentro de lo previsto. Será entonces que aprovechando el desconcierto de los vecinos, encenderemos una gran hoguera en lo alto del acantilado y entregarás a cada cual su correspondencia pendiente con dos opciones: leerla o arrojarla sin abrir al fuego. A partir de ahí, ya veremos. Al menos alimentará las llamas un catálogo de juguetes del Corte Inglés pero no será la única brasa, lo siento en la rabadilla. Fijo que cae la carátula del último DVD de Justin Bieber y el cómic con la estrella de la muerte, aquel en el que Dart Vader sale con aquello de Yo soy tu padre."
Y todos comprenderán que hay vida después del martes, el día que pasa el cartero. Le sigue inevitablemente el miércoles, que no será ni peor ni mejor salvo que llueva o nieve.
El Plan:
"En Nochebuena iluminaremos el faro, brillará como una antorcha y con la marea bailarán las campanillas. Parecerá más un bastón de caramelo talla XL que un árbol de Navidad convencional, pero poco importa, lo engalanaremos para la ocasión. Me apuesto a Priscilla, mi mejor vaca, a que Obi-Juan no se resiste y le pega un lametón. Le sabrá salado y soltará en un escupitajo. Bien, está dentro de lo previsto. Será entonces que aprovechando el desconcierto de los vecinos, encenderemos una gran hoguera en lo alto del acantilado y entregarás a cada cual su correspondencia pendiente con dos opciones: leerla o arrojarla sin abrir al fuego. A partir de ahí, ya veremos. Al menos alimentará las llamas un catálogo de juguetes del Corte Inglés pero no será la única brasa, lo siento en la rabadilla. Fijo que cae la carátula del último DVD de Justin Bieber y el cómic con la estrella de la muerte, aquel en el que Dart Vader sale con aquello de Yo soy tu padre."
Y todos comprenderán que hay vida después del martes, el día que pasa el cartero. Le sigue inevitablemente el miércoles, que no será ni peor ni mejor salvo que llueva o nieve.