
Conforme las sirve, nos guiña un ojo, agarra el monopatín y deslizándose entre tablones podridos se pierde sin mirar atrás cual cohete termo-propulsado dejándonos a solas con un anciano expectante, un perro saltarín y esos 12 bichos viscosos y azulados que nos llaman a gritos en su lenguaje secreto, atrayéndonos de alguna forma... Comemos la 1ª, a continuación las devoramos todas y a partir de ahí, bien poco recuerdo de un sueño que raya más bien en lo disparatado:

- Agárrese bien a la silla, se avecina un vendaval.
Sonríe con picardía asomando sin pudor los pocos dientes que le quedan. Intuye lo que ocurrirá a continuación y no le desagrada la idea, más bien lo está deseando.
De repente no sé ni como, puedo ver los tejados ¿fui yo quien subí o las paredes bajaron? Tengo delante una veleta de hierro con la silueta de un orgulloso pato que cansado de otear el horizonte, se deja mecer por la ventolera girando y girando...

- Pero Vincent, ¿cómo tú por aquí?

- Pero a tí te pasa algo, tú no estás bien...
- Es este viento, cada vez que intento leer el guión, se me va volando. Rodamos dentro de 3 días en Senegal y no consigo leer ni una línea.
- ¡En el Senegal! Pues yo que te hacía con Audrey Tattou en una lavandería...
- Mujer, eso es lo de menos

- ¡Esta vez no se me escapa!
- Ni tú a mí ¿no íbamos a comer juntos? Espera al menos a que me acabe los guisantes... ¡Caramba, pero qué cita más corta!

El guión se eleva aleteando y se lleva a mi galán por los aires y yo detrás también cobro altura pues le tengo agarrado del brazo izquierdo cuando va y se me cae un zapato...- Merde, demasiado grandes!
Volar con Vincent cruzando el cielo... ¡perfecto! pero sin zapatos... ¿dónde está el glamour?
Lo que es imposible no puede ser, le suelto y caigo de nuevo a la mesa de siempre, pero ahora en la silla de al lado se me ha plantado un pato mareado (de tanto girar) que se tambalea.
- Menos mal que no pedí canard, o la habríamos liado.

- ¿Ves lo que me pasa por comer mejillones? Así que ya sabes, ¡ni se te ocurra probar los guisantes! ¿entendido?
En fin, no es la más romántica de las despedidas pero no hay tiempo para lamentos, ahora en el plato ya no hay guisantes sino maíz ¿o eran pipas? que saltan alerta y dispuestos... ¿dispuestos para qué? ¿un ejército de maíces locos? ¿qué se proponen?
Ni hablar, no lo consentiré: los tiro en un impulso heróico salpicando todo el suelo de puntos amarillos.

- Este verano habrá una buena cosecha, no lo dude.
- Pero ¿no era usted pescador?
- Sí, claro, pero eso era antes...
En 10 segundos escasos brotan cientos de plantas vertiginosamente y me quedo ahí sentada frente a un pato y rodeada de girasoles despistados que no saben hacia donde mirar pues no luce el sol por ninguna parte."
