jueves, 23 de febrero de 2012

Un pedazo de Laos en medio de la Provenza

El Jardín de Bambú de Prafrance data de 1855 cuando el comerciante de especias Eugène Mazel adquiere un terreno en la Provenza con la intención de sembrar en él semillas que traería del mundo entero merced a los estrechos lazos que desde hacía generaciones su familia mantenía en tierras de ultramar.
No sería tarea fácil, ni tan siquiera para un gran conocedor de la botánica... Contra todo pronóstico aquel comerciante consiguió que brotaran arces, secuoyas, robles, bambúes, clemátides y todo tipo de plantas de ornamento procedentes de África y Asia en los campos de Saint-Jean-Cap-Ferrat ¡cerca de la Costa Azul!
Y es que el microclima mediterráneo del Valle des Cévennes era propicio y las ayudaría a prosperar. Con el sol de la Provenza los tallos verdes del bambú se tostaron lentamente hasta adquirir ese tono amarillo pálido tan característico, tal y como habría madurado tradicionalmente el bambú al Este de China durante siglos y siglos.

Eugène Mazel se volcó en el proyecto creando con gran esfuerzo y dedicación uno de los Jardines Botánicos más exquisitos y originales de su tiempo en pleno Languedoc, para ello no escatimó en gastos contratando a cuarenta jardineros que trabajarían en el campo a jornada completa.
Pero en los años siguientes tal vez descuidó los negocios o la coyuntura en Extremo Oriente se tornara adversa... Lo cierto es que en 1882 sus transacciones comerciales con las colonias francesas se deterioraron y la fortuna del botánico se derrumbó en cuestión de meses.
Para sufragar las deudas y evitar la carcel Mazel se vio obligado a renunciar a su hermoso jardín de bambú. A raíz de aquello el terreno quedó en manos de la Banca que abandonó su cuidadó hasta languidecer brotes y esquejes.

Por fortuna Le Crédit Foncier de Francia se desprendió de él en 1902 pasando a manos del empresario Gaston Nègre que salvó in extremis la colección de plantas. Años más tarde sería su hijo Maurice de Gaston, hábilmente secundado por su esposa, quien aceptó la difícil responsabilidad de mantener el jardín con vida.

Posteriormente fue su hija Muriel y su marido el botánico Yves Crouzet quienes tomarían el relevo. De este modo la familia Gaston ha preservado meritoriamente la Bambouserie de Prafrance durante más de cien años manteniendo vivo el sueño de Eugène Mazel y su jardín botánico, un inestimable regalo del mundo vegetal para el alma y los sentidos.


Actualmente el Jardín asiático que creó Eugène Mazel comprende más de cien variedades de bambú que crecen a lo largo de dos amplias avenidas, mas por iniciativa de Yves Crozet el parque ahora también posee un Poblado Laosiano con chozas de hojas de palma y bambú rodeadas de cañas y plataneros. La Bambouserie también cuenta con un jardín japonés, un laberinto, un jardín acuático a rebosar de flores de loto y peces de colores así como un bambusarium que muestra la baya del espino y otras tantas variedades de bambú poco frecuentes.
En nuestro Pequeño Laos el paseante se adentra en un mar de juncos leñosos en busca de sensaciones... y las sendas de bambú le conducen a un Mundo Oriental desubicado en el que, por extraño que parezca, el sol no sale más temprano.

2 comentarios:

  1. Tiene que ser un sitio hermosísimo, al que llegar a través de unos paisajes tremendamente tristes.
    Contrastes..
    Me ha encantado tu blog, te sigo.
    Besos

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    1. Los juncos de bambú y la flor de loto te adentran en un poblado de Asia ¡de un plumazo! Y entonces sueñas despierto con explorar tierras lejanas... (encima sin mosquitos y refresco en mano) ¿hay algo más fantástico? Gracias por seguirme y por decir que te gusta el blog, ojalá no te defraude y logre continuar sorprendiéndote, me encantaría. Bss, Mere.

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