Prospect of Whitby es uno de los pubs más grandes y viejos de la orilla norte del río Tamesis. Construído en 1620 tenía muy mala reputación en sus comienzos , por lo que se le apodaba popularmente "The Devil´s tavern" o Taberna del Diablo.
En el siglo XVIII el edificio original se incendió y en su lugar se construyó el actual pub ubicado en el nº 54 de Wapping Wall, a orillas del rio. Estaba en plena zona portuaria, siniestra y destartalada, donde se sucedían galpones y cantinas en medio de diques, gruas, torres de cajas, sacos amontonados y grandes moles de cemento.
Allí mismo, bajo una sencilla fachada de ladrillo visto y trabajos de estuco, luce orgulloso en el friso un letrero en letras mayúsculas doradas sobre una sobrefachada de madera pintada en verde inglés.
Prospect of Whitby era el nombre de un barco que solía atracar en la ribera y cuando desembarcaba su tripulación abordaban el pub de cantos ebrios con la voz rota y besos de una noche, entre gritos y peleas, mientras corría el aguardiente entre pintas de cerveza.
En su interior aún se respiraba a sangre, a sal, a puerto... como un refugio de Piratas. Y es que su clientela habitual la conformaron durante siglos toda suerte de buscavidas y lobos de mar que amenizaban aquel tugurio con sus tatuajes, jergas, blasfemias, fanfarronadas, vidas oscuras de resacas y terribles secretos.
Samuel Pepys, secretario del almirantazgo, también solía acudir por allí a escuchar historias del mar, presenciar amenazas y terribles peleas para luego narrar batallitas entre sus coetáneos, vanagloriándose de ser si cabe "tan duro como ellos". La antigua sociedad de Pepys todavía sigue reuniéndose en el pub en honor a aquellos días turbulentos.
Tal atracción ejercía entre los londinenses más osados esa taberna de fornidos estibadores y marinos venidos a menos en pleno corazón de Londres, que el propio Turner cuando no andaba viajando por el Mediterráneo para plasmar en sus lienzos y acuarelas exóticos paisajes, acudía al pub en busca de vivencias y sensaciones rudas y auténticas vedadas a priori a un caballero victoriano.
También el juez Jeffreys, conocido como el juez ahorcador, solía apostarse en la mesa junto a la ventana para confirmar los ahorcamientos mientras almorzaba. el mástil con la horca aún se mantiene en pie y se ve desde la terraza... pero ya poco queda de esos desvencijados y miserables depósitos de almacenamiento.
Ahora el pub sigue en pie, aunque rodeado de exclusivos apartamentos. No es lo mismo, aunque aún se toparán en la barra, acaso sin saberlo, el british refinado ye el turista despistado que escucharían la actuación underground en el interior mientras los fantasmas más grotescos beben de su jarra al menor descuido sin remordimientos. Eso sí, a la salud del caballero.
Y es que las sombras malditas de la gente del puerto son y serán los amos y señores de este lugar, lo hicieron suyo. La taberna les pertenece y como no podía ser de otra forma, vagará el humo de sus pipas y el aroma a ron añejo entre los viejos barriles por siempre, hasta el final de los tiempos.
Me pierdo siempre entre tus historias cargadas de imágenes y hoy saldré corriendo buscando algo que leer de la ley seca.
ResponderEliminarGracias por el viaje
Besos
Compartirlo... todo un privilegio. No somos muchos, pero cuento con maravillosos compañeros de viaje y me encanta que te encuentres entre ellos. Y nada de guardar la mochila en el armario ¿eh? ¡Qué partimos de nuevo cualquier día de estos! Besos
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