miércoles, 7 de diciembre de 2011

Diario de Maggie Fountaine, Coleccionando Fronteras y Hombres




En la primavera de 1978 tuvo lugar una curiosa ceremonia en la sala de archivos del Castle Museum de Norwich. Un reducido número de caballeros procedían a abrir con gran solemnidad un antiguo cofre japonés que permanecía cerrado desde 1940 precintado con una nota: "No abrir hasta el 15 de abril de 1978".
A pesar de lo misterioso de la anotación, los presentes no mostraban el más mínimo interés por lo que allí acontecía. No esperaban descubrir un tesoro, es más, su contenido no les cautivaba excesivamente. Se trataba de 12 volúmentes encuadernados, cubiertos de una escritura inclinada y regular, ilustrados con postales, flores secas y algunos dibujos.
Su redactora, Margaret Fountaine, nos legaba así su diario íntimo envuelto en un aura de misterio entusiasta y juvenil tan propio de ella y del que aún hacía gala a los 69 años. Confiada, ingenua, Miss Fountaine se comportaría siempre como una eterna adolescente, tal como nos cuenta en las líneas que escribió durante sus años intrépidos hasta alcanzar la madurez, guardando buena cuenta de todos sus viajes y frilteos por medio mundo.
Sabemos que el primer novio de Margaret fue un irlandés borracho y sin un céntimo. Ya por entonces la muchacha era muy sentimental, su caracter valiente y decidido la llevaría a declarar su amor sin dilación una y otra vez al hombre equivocado.
Su primer viaje fue fruto del desengaño "Y pensar que he vivido tanto tiempo sin imaginar hasta qué punto es hermosa la Tierra" Desde entonces coleccionaría sin descanso hombres y fronteras. Visitaría Italia, Sicilia, Hungría, Grecia, Turquía, Siria, el Líbano, Sudáfrica, Rhodesia, Virginia, Jamaica, La India, el Tíbet, llegando incluso a Australia.
Lo más sorprendente es que durante tal extenso recorrido Margaret no se limitaría a actuar como mera observadora, por azares del destino se vería inmersa en las más auténticas aventuras:Se perdió en la sábana africana, saltó de un tren en marcha a punto de descarrilar, sintió los temblores de un fuerte terremoto en Cuba, enfermó de malaria sobreviviendo a varias recaídas...
Afrontaría toda suerte de hazañas y calamidades coincidiendo con sus más sonados romances: intimaría con un médico, un barón italiano, un oficial de la marina egipcia y un aristócrata húngaro. Todos le hicieron la corte y ella se enamoró como una niña pero ninguno le pidió matrimonio.
Por suerte, Margaret pronto descubriría la tercera de sus pasiones, mucho más satisfactoria por cierto, las Mariposas. Entonces partió con su cazamariposas en busca de la Magellanus en las Filipinas, la Catagramma de la Amazonia, la Agamemnon en África, las sencillas Lycanidae un poco en todas partes. Y fue así como conoció a un hombre con el que mantendría una relación estable y duradera. Khalil Neimy era sirio, casado y padre de familia y tampoco la llevaría al altar,
ambos amaban los lepidóptedos y viajarían juntos durante 27 largos años, ya nunca más marcharía sola y ambos reunieron una de las colecciones de mariposas más bellas del mundo: 22.000 mariposas contenidas en 10 muebles de caoba que legó al Castle Museum de Norwich y su diario íntimo, con sus sueños cumplidos y también tantas ilusiones rotas.