1.Damian y Helena
Damian trabaja en Bolsa y
está acostumbrado a aparecer en público, sonreír al infinito, sortear flashes, codearse con multitudes…
siempre fue así y nunca pensó que aquello pudiera suponer un problema.
Conoció a Helena de compras por Milán, en una tienda de
corbatas, se probó unas 20 con tal de que ella le rodeara el cuello y se las
anudara. Era tan dulce, sencilla… auténtica.
El contrapunto a todo lo que conocía, a esa vida espectacular que le convertía
en un pelele y que sin darse cuenta le esclavizaba por completo.
Cuando está con Helena, su
sola presencia le refresca creyendo morir cada vez que se aleja… comprendió que
la necesita, que no puede vivir sin ella. Pero debió de entender que ella odia
las luces, los gritos, las cámaras. Mantuvieron lo suyo en secreto hasta que
Damian decidió darle una gran sorpresa:
Montaron en avioneta una
tarde cualquiera. Ella en vaqueros, él de etiqueta… Viajarían hasta la ciudad
francesa de Nimes para visitar el mejor conservado de los anfiteatros romanos
antes de la cena. Era de noche, fuera del horario de visita, cuando caminaban
esos mismos túneles que una vez recorrieran los gladiadores por un camino de
antorchas… solo estaban ellos dos y un hombrecillo que hablaba sin parar con su
propia grabadora mientras tomaba medidas improvisadas con una cinta métrica.
- ¿Quién es este? ¿por qué lo llevo pegado a la espalda?
- Marcel está haciendo su trabajo. Olvídate de él, haz cómo si no
estuviera…
Siguen avanzando mientras
retumban sus pasos entremezclados con el eco de gritos, de llantos y rugidos
perdidos en el tiempo que vagan extraviados. Damian sonríe para sí, para él se
trata de un juego mientras a ella
empiezan a sugestionarle aquellas
paredes oscuras e interminables.
Se separan con un beso y
es entonces que Marcel la conduce a una sala pequeña. Le pide que cierre los ojos,
la despoja de su ropa sin apenas rozarle la piel para luego cubrirla con una
vestido ligero de gasa…
- ¿Qué hace? ¡¡¡Damian, no consientas esto!!!
- Mi querida niña, Damian está al corriente. Mírame, soy
completamente inofensivo ¿no crees? – se le
escapó una risita más propia de una viuda atribulada que de un sastre selecto.
- Damian seguro que me está buscando, tengo que irme.
- Relájate,
Helena, todo está dispuesto – mira el reloj –tengo 12 minutos para hacer de de ti
una auténtica emperatriz.
- Teníamos otros planes, debe tratarse de un malentendido.
- Hoy serás mi
musa, cuando contemplen mi obra será apoteósico, alcanzaré mi propio zenit.
Helena se mantuvo quieta,
incómoda, realmente consternada.
- Ay, chiquilla ¿por qué estás tan tensa? Deja que te mime, estás en buenas manos.
- Si al
menos supiera de qué va todo esto…
- Prometí no contártelo, se trata de
una sorpresa – de nuevo esa risita, esta vez más jovial, parecida a la de una quinceañera
- No se qué queréis de mí...
- Mírate,
estás guapísima. La mismísima Mesalina palidecería
a tu lado.
Helena abrió los ojos y sí, estaba deslumbrante con una tiara de guirnaldas y el pelo entrelazado formando caracoles… resplandecía como una diosa del Olimpo. Frente al espejo quedó extasiada contemplando a esa criatura etérea venida de otro mundo, consciente de que aquella elfa, nacida del manantial y de la primavera era una imagen fantástica que no le pertenecía.
Marcel la cogió del brazo
y ruborizado como un colegial la condujo hacia el arco empedrado donde Damian
la esperaba. Él sonrió rebosante de orgullo…
- Me caso con un hada
- Mi querida Helena ¿Me harías el hombre más feliz de la tierra? Concédeme tu mano.
- Así, no.
- ¿Cómo puedes rechazar todo esto?
- No me gustan las sorpresas
- Pero muñeca, defraudaremos a nuestros invitados…
- Tú los has traído, no yo. Además, no soy
un mono de feria al que exhibes en tu circo privado.
2.Gladiadores y Fieras
Por un momento imaginó sangre en la arena y lanzando a la platea esa corona de flores que llevaba prendida del pelo gritó…
2.Gladiadores y Fieras
Por un momento imaginó sangre en la arena y lanzando a la platea esa corona de flores que llevaba prendida del pelo gritó…
- Por tantos que murieron aquí entre gritos de júbilo... ¡cómo podéis divertiros con esto!
-¿Te has vuelto loca? Me estás avergonzando delante de toda esta gente....
- ¿Una boda en un cementerio? Sería grotesco, váyanse todos.
-¿Te has vuelto loca? Me estás avergonzando delante de toda esta gente....
- ¿Una boda en un cementerio? Sería grotesco, váyanse todos.
… para luego correr huyendo, lejos de su pesadilla.
- Helena ¿a dónde crees que vas?¡vuelve aquí! Con todo lo que he hecho por tí. Te ofrecí todo tipo de lujos, te saqué de las cloacas...
- Basta ya, se acabo la farsa - perdiendose entre la multitud.
- No juegues conmigo, Nena, me muevo en los bajos fondos y no sabes de lo que soy capaz. Mira que con un simple chasquido de dedos te elimino del mapa...
Desde entonces Helena se volvió invisible de cara al mundo, simplemente desapareció. Esquiva, ausente y sin alzar la voz hablaría en susurros, tan tenues como el silvido de la ardilla en un parque de ciudad.
3.Tommaso y Helena
- Helena ¿a dónde crees que vas?¡vuelve aquí! Con todo lo que he hecho por tí. Te ofrecí todo tipo de lujos, te saqué de las cloacas...
- Basta ya, se acabo la farsa - perdiendose entre la multitud.
- No juegues conmigo, Nena, me muevo en los bajos fondos y no sabes de lo que soy capaz. Mira que con un simple chasquido de dedos te elimino del mapa...
Desde entonces Helena se volvió invisible de cara al mundo, simplemente desapareció. Esquiva, ausente y sin alzar la voz hablaría en susurros, tan tenues como el silvido de la ardilla en un parque de ciudad.
Tomasso es administrativo
en una empresa de mantenimiento y está acostumbrado a caminar por el barrio y dejarse ver por el
Macdonalds a eso de las 2 y media, empollarse los menús, sortear las bandejas, codearse con la gente en la cola… siempre fue así y nunca pensó que aquello pudiera suponer un
acierto.
Conoció a Helena
comprando un helado en Salerno y la siguió en bicicleta pedaleando con torpeza por
esas callejuelas con una bici alquilada tan pequeña
que se le enganchó el pantalón en el pedal para terminar topándose de bruces
con la acera empedrada, lo que no le importó pues ella reparó en
él y le limpiaría la herida con un poco de agua. Era tan dulce, sencilla…
auténtica. El contrapunto a todo lo que
conocía, a esa vida monótona y gris que le convertía en un empleado más y que
sin darse cuenta le ensombreció por completo.
Cuando está con Helena, su
sola presencia le refresca creyendo morir cada vez que se aleja… comprendió que
la necesita, que no puede vivir sin ella. Pero debió de entender que ella odia
los culebrones, los dramas, las frases hechas. Fueron bastante discretos hasta que Tommaso dió un paso más un poco a tientas...
- Si quieres que esto salga bien, busca un sitio del que no pueda escapar ¿lo entiendes?
- Removeré tierras y mar hasta que lo encuentre.
- Si quieres que esto salga bien, busca un sitio del que no pueda escapar ¿lo entiendes?
- Removeré tierras y mar hasta que lo encuentre.
Se acercaron al puerto
una tarde cualquiera. Él con camisa, ella en sandalias. Embarcarían en el Maris UNS48,
un submarino ruso reflotado que quedó en desuso con el fin de la guerra fría, antes
de la cena. Era de noche, fuera del horario de visita, cuando caminaban esos
mismos túneles que una vez recorrieran los soldados soviéticos, con cierta angustia por un estrecho camino de bombillas… solo estaban ellos dos y un
hombrecillo que hablaba sin parar con el muelle anotando coordenadas mientras
aquel artefacto desvencijado se sumergía 45 metros bajo las profundidades.
Avanzan despacio hasta
alcanzar un pequeño habitáculo justo detrás de una cortina mientras retumba el
sonido del agua profunda en medio del vacío, él le coloca el collar de su madre
con pequeñas perlas, le tiemblan las manos… Tommaso ansía sus ojos en busca de
aprobación y encuentra el aliento de su boca… ella respira despacio, parece
tranquila. Se dice que todo irá bien, pero sabe lo que ocurrió con Damian aquella
vez y que podría huír en cualquier momento.
Helena abrió los ojos y
sí, estaba deslumbrante con el pelo suelto y el vestido azul de seda hasta la
rodilla, ella dudó si ponerse los tacones y él sonrió rebosante de
orgullo…
- Me caso con una
sirena, estás bien descalza
Es ahora que se aproximan hacia el fondo de aquel supositorio gigante que aún teniendo poco de acogedor, es perfecto: Es exactamente lo que me pidió "un sitio del que no pueda escaparme".
En las sillas plegables, improvisadas, 15 personas en bañador aguardan…
- Ya veo, estamos entre amigos
- Bueno, se nos han colado un joven chino cámara en mano y una italiana madurita con el pelo azul creyendo que se trataba de un "tour panorámico".
- Es igual, no molestan y hacen bulto.
- Hasta le dan a esta lat.a de sardinas una chispa de color
- Eso, con que más natural ¡mejor!
Alguien imita con torpeza al mágico Bob Dylán de los setenta, una guitarra acústica se anima y le acompaña. La música retumba, hay eco por todas partes... el público se levanta y entonces Tommaso frente a ella pregunta:
En las sillas plegables, improvisadas, 15 personas en bañador aguardan…
- Ya veo, estamos entre amigos
- Bueno, se nos han colado un joven chino cámara en mano y una italiana madurita con el pelo azul creyendo que se trataba de un "tour panorámico".
- Es igual, no molestan y hacen bulto.
- Hasta le dan a esta lat.a de sardinas una chispa de color
- Eso, con que más natural ¡mejor!
Alguien imita con torpeza al mágico Bob Dylán de los setenta, una guitarra acústica se anima y le acompaña. La música retumba, hay eco por todas partes... el público se levanta y entonces Tommaso frente a ella pregunta:
- Como estamos tan bien juntos... dime, Helena ¿te casarías conmigo? No mañana, aquí y ahora
Abrió la boca, quería asentir pero ninguna palabra salió de sus labios... Calló, quedose sin habla con la mirada perdida en los botones de una camisa.
- Te juro que será distinto. Mírame, él no está, soy yo quien te lo pido.
Abrió la boca, quería asentir pero ninguna palabra salió de sus labios... Calló, quedose sin habla con la mirada perdida en los botones de una camisa.
- Te juro que será distinto. Mírame, él no está, soy yo quien te lo pido.
- Así, no.
- ¿Cómo entonces?
- ¿Cómo entonces?
- Yo se dónde, ven conmigo
- Si no te gustan las
sorpresas…
- Nosotros dos y nadie más. Solos tú y yo
- ¿Y qué pasa con ellos? Tu padre claustrofóbico, el chino enfocando, la marciana de los pelos... Mírales, mi madre se come las uñas y a tu prima se le cae el sombrero. Son buena gente, no les hagas esto.
- Nos verán desde aquí. Hazme caso, que no te llevo muy lejos
El submarino fue emergiendo poco a poco hasta mantenerse a flote, enfundados en gafas de
snorkel se tiraron al agua y frente a una escotilla llena de cabecitas risueñas se miraron los novios tan solo por un minuto… se les acababa el aire de los pulmones. Ese pequeño lapso fue suficiente para que 2 SÍs rotundos que nadie escuchó, nadaran eternos en un mar de burbujas con el mismo rumbo por mares inciertos.