viernes, 21 de diciembre de 2012

Fairytale of your town

Querid@ amig@, estas fechas son tan únicas y personales que no soy quien para describirlas, ni para intentar colorear de blanco tu paisaje. Cada cual las vive lo mejor que sabe. No es lo mío hablar de esperanzas ni sentimientos, de esa extraña mezcla de ilusión-aliento-desazón-nostalgia que justo ahora nos colapsa... demasiado para mí, son palabras mayores. Soy hija de buen maño y con dos hermanos varones comprenderás que a estas alturas del telediario no me dé por arrancar a gorgoritos. Por eso te traigo la que a mi entender es y será la más bella Canción de Navidad, sincera como pocas... Eterna, me temo. Ella hablará por mí, si te parece. 



"Érase una vez una banda que quiso hacer una canción navideña. No iba de nieves ni paseos en trineo, tampoco de sonrisas ni regalos, más bien de la juventud perdida y de tantos sueños por ahí olvidados". De cómo los altibajos son parte del equipaje, de cuánto pesan cuando arrastramos los pies al torcer la esquina... La mejor de las historias, según se mire. Larga, compleja, retorcida y ante todo, muy nuestra. De naufragio y de deriva. 

"FAIRYTALE OF NEW YORK" The Pogues & Kirsty McColl



Me has pillado, soy adicta al pop británico y si me apuras... aún más, al irlandés. El folk de raíces celtas me estremece como pocas cosas y es que las lyrics en inglés me llegan muy hondo sin hacerme daño. A continuación te invito a escuchar conmigo a un Shane Macgohan más íntimo, alma y vocalista del grupo The Pogues, mientras fuma, bebe y charla de la vida, tal cual es. Da igual si no entiendes cada palabra. Déjate llevar por ese ambiente tan jodidamente auténtico que termina por embriagarlo todo. 


"RAINY NIGHT IN SOHO" The Pogues



No me interpretes mal, adoro la Navidad. Pero por más que miro al cielo, no veo ni rastro de esos simpáticos renos y no pienso venderle la moto a nadie. Basta ya de promesas, nada ganaríamos con eso. Así que para levantar esos ánimos y mantener los pies firmes sobre el suelo, te llevo al metro de Nueva York de la mano de un Rod Steward sincero y alentador. Con él descubrirás que en medio de esta absurda rutina donde no somos más que gente pequeña, minúsculas piezas de un torpe engranaje... también a veces confluyen los astros ¡y hasta saltan chispas! Y justo entonces bailaremos tú y yo, no sé ni cómo ni cuándo. 


DOWNTOWN TRAIN, Rod Steward




Con mis mejores deseos. Un abrazo, Mere


viernes, 14 de diciembre de 2012

Upstairs, downstairs



Región de Abusir, a 25 kilómetros al sur de El Cairo, un mar de caliza en medio de la nada...

* downstairs (ocho metros bajo tierra)
- Despertad, princesa. hemos de partir ahora mismo.
- Llegó la hora, Por fin la barca nos conducirá al otro mundo.
- No exactamente. Más bien huímos. pronto estarán aquí, corremos peligro.
- ¿por qué preocuparnos? Qué entren, No estarán mucho tiempo.  por qué exponerse a respirar este aire enrarecido… aquí ya no queda nada de valor, ni oro ni joyas. Los ladrones de tumbas ya arrasaron con todo.
- La pasión por descubrir, alteza, es incontenible. Abrazarán la gloria si dan con nosotros.
- la maldición les detendrá: "la muerte vendrá con alas ligeras sobre quien se atreva a violar esta tumba".
- son científicos, alteza. además, ya nadie se traga esas cosas.
- Sea como fuere, Llevo siglos esperando mi barca ¡y no me marcharé sin ella!
- olvídelo, princesa, la barca no vendrá jamás. deje de soñar despierta.
- confio en el sumo sacerdote ¡me lo prometió en mi lecho de muerte!
- morir en paz, pretendía alentaros en tan doloroso trance
-entonces  ¿me tuvistéis engañada 4000 años? es tan injusto... Mi padre Os haría azotar por esto.
- ¿Injusto? Más lo fue que pereciéramos por vos, princesa. y volvería a hacerlo hoy mismo. creedme que no lo lamento.
- A decir verdad, os reconozco a todos. "Gran justiciero de la casa grande", cuento con vuestra presencia.  "Inspector de los servidores en el palacio", aprecio vuestra compañía. “Maestro supervisor de los escribas” vuestra figura me reconforta. Y me pregunto ¿por qué estáis aquí?
- Os enterraron a vos, mi Señora, con todo vuestro séquito.


* upstairs (en la superficie)
- Dr. Petrus, las columnas de entrada muestran inscripciones jeroglíficas con el nombre de la princesa y sus títulos. Enviaré sus fotos al  ministerio de Antigüedades egipcio.
- Adelante, leo. Irrumpimos en la anticámara de la tumba de la princesa Shert Nebti. ¡Qué esplendor! Jamás se vió algo parecido en estas calladas tierras.
- Se trata de un gran hallazgo, miroslav. Una puerta al mundo antiguo que acaricia lo más sagrado, más allá de lo prohibido.
- mañana al amanecer penetraremos en el receptáculo donde la piedra duerme desde hace cuatro siglos.
- Es un feliz acontecimiento. El mundo nos recordará por esto, señores. romperemos las barreras del tiempo.
- Brindemos pues “por el Instituto checo de egiptología, que financió esta expedición”
- aféitense y vayan desempolvando el traje de los domingos. pronto nos acosará la prensa... somos noticia, amigos.
- Heinz, le noto pensativo. Diría que algo le preocupa. No será por la estatua funeraria de Ka, o la sombra de esa maldición…
- Ni hablar, Miroslav, no soy supersticioso. Manejo mi propio destino y no podrán conmigo un puñado de demonios. No es eso, si no el hecho de encontrar esta tumba…  nace una nueva era. Las sepulturas de Abusir y Saqqara deslumbrarán al mundo  ¿se hacen ustedes cargo?  ¡desvelaremos los secretos de la V dinastía! Habrá un antes y un después, caballeros.
- En efecto, Heinz. Y no fueron las bayonetas de Napoleón ni los tanques de Romel quien pisaran por vez primera estas ruinas… Es el triunfo del arte y la ciencia sobre los férreos brazos del poder.
- catalogaremos meticulosamente cada pieza... ¡No habrá más espolios!
- ¡Ja! – alguien susurrando – eso ya lo veremos…
- por supuesto, Leo, la ciencia ante todo. Nuestra expedición constituirá un hito en medio del caos. 
- Presumo que nos aguardan ahí dentro muchas respuestas. El equipo de rayos x detecta un pasillo que parte del sud-este de la anticámara bifurcándose en cuatro pasadizos que conducen a otras tantas tumbas ¡aquello es un laberinto de momias! Créame, Petrus, esto no es más que el comienzo. Con nuestra excavación el reinado de Dyedkera Isesi dejará de ser un misterio.
- Pues bien, mi querido amigo, no desperdiciemos más alcohol barato ni una sola onza de su entusiasmo.  Ahora reposen, caballeros. Mañana nos espera un duro trabajos de campo.
- Socavaremos la roca, levantaremos el polvo hasta dar con sendas tan oscuras como inimaginables.



Tras un débil chinchineo de vasos de plástico, aquellos hombres vestidos de caqui se dispersan por el campamento decididos a descansar. Cae la noche y allí cada cual se relaja a su manera. Petrus escribe una carta larguísima a su mujer sentado al calor de la fogata, comienza a refrescar. Apenas tiene luz y apoya la cuartilla sobre los prismáticos… por eso las emes le salen tan picudas. por ahí anda Leo matando las horas muertas escuchando a los porteadores egipcios entonar un canto ancestral. Una voz grave, el repiqueteo de un sistro en madera, acompañado con el leve toque de la chirivía de doble caña. Miroslav asciende la duna para saborear allá arriba su último Lucky Strike bajo el cielo negro salpicado de estrellas. Solo por esta vez, hace tiempo que no fuma. la ocasión lo merece, bien lo sabe. mientras Heinz escucha la Aída de Verdi en una tienda de campaña. Su perfil se adivina al otro lado de la lona. permanece allí sentado, horas y horas, mientras deleita su selecto paladar con un Borgoña Pont Leveque del  58, consciente de que no encontrará mejor momento en toda su vida para descorchar un Gran Reserva.  la luna enmudece conforme las arenas avanzan... Será una noche larga, oscura y densa.


* downstairs
- Esa música… me resulta familiar.
- Son muchachos egipcios, mano de obra barata que contratan los europeos por un puñado de piastras.
- Entonces todo sigue igual, por lo que veo
- no nos demoremos más, princesa. Ya están aquí.
- ¡qúe más da! pues qué vengan. luego se irán, como los otros.
- Esta vez no, Sher Nerbti, no se contentarán con tan poco. Profanarán nuestras tumbas y nos fulminará la luz después de 40 siglos. Nos despojarán de las vendas, seremos analizados con lentes y bisturíes….
- Huyamos, alteza ¡o nos revolverán las entrañas!
- El escriba está en lo cierto, mi Señora. Si  nos encuentran no habrá un minuto de paz. Nos despellejarán, no dejarán ni rastro de lo que fuimos.
- esta bien, pero llevaré conmigo mi peine de marfil y los frascos de ungüento.  Aún conservo el cabello y buena parte de mis tejidos blandos… no podría partir sin ellos.
- ¿Aún no lo entendéis? Despertad de una vez, princesa  ¡se acabaron los lujos!
- No lo esperaba de ti, Hamut. ¿osas contrariarme? No olvides mi rango.
- Haría cualquier cosa por vos, Sher Nerbti, soy vuestro siervo.  Y por eso me propongo salvaros de la barbarie.
- Tiene razón el escriba, nuestro camino será tortuoso. Si se quebrara el vidrio o se derramara el aceite, esos vapores con sus olores... ¡nos delatarían!
- Solo Isis merece el placer de mis aromas. mi bálsamo agradará a la diosa madre. Con el primer rayo de sol agasajaremos a la gran maga con la mejor de las ofrendas.
- está bien, Así partiremos seguros gozando de su protección.
- ¿Y cómo pensáis sacarme de aquí?
- Tiene que haber algún modo... 
- Ashid hará de guía. como inspector de los servidores, conoce cada pasadizo. Nos dirigiremos al norte, hacia las tumbas de los pintores de estuco.


* upstairs
en cuanto amanezca el equipo de arqueólogos se internará por un pasillo en un amasijo de recovecos. Las antorchas se apagarán, por la falta de aire viéndose obligados a acceder con lámparas de gas y bombonas de oxígeno. Llegarán hasta el último escondrijo. A su paso se sucederán una maraña de paredes pintadas al fresco y gruesos muros grabados de jeroglíficos. Las arañas vigilarán al puñado de intrusos con la esperanza de... será inútil. Justo al fondo de la galería descubrirán cuatro grandes sarcófagos labrados en caliza. En su interior, no más que unas estatuillas. Por lo demás, están vacíos.

* downstairs
Con el alba unos cuerpos vendados torpes en el andar y cubiertos de arapos atravesarán una puerta en trampantojo con la certeza de que los exploradores aún reparando en ella, no intentarán cruzarla. ¿Cómo pasar a través de un portalón tan solo dibujado? Sería una locura, soñarlo acaso. Pero Isis es grande y su poder inmenso. tanto es así... ¡¡¡qué logro atisvar una barca al otro lado!!! A ver, ¿y por qué no? Es mi historia al fin de al cabo. 

Para Leo, princesa de las arenas 


viernes, 7 de diciembre de 2012

Los colores de Guertha Stein, el retrato inédito de G. Klimt


En medio de la penumbra una mujer se desliza casi volando, toda envuelta en un chal azul, por las frías salas dedicadas a Rubens, Rembrandt, Rafael, Vermeer, Velázquez, Ticiano, Durero,  Bruegel… las recorre con prisas, mantiene con certeza que entre ellos no está. Todo es silencio, por ahí no hay nadie salvo un vigilante que hace su ronda linterna en mano, con los cascos puestos… no raparará en ella, eso seguro. Frau Guertha Stein camina erguida, con su habitual aplomo, expectante… sabe exactamente lo que busca y lo encontrará tarde o temprano.  Cada vez está más cerca, ya huele a lapislázuli y a carmín, ya intuye en las paredes el reflejo de esos dorados inconfundibles...
Por aquellas fechas Viena celebra por todo lo alto el 150 aniversario de su nacimiento y con tal motivo han vuelto a casa algunas de sus obras desde los más recónditos rincones. La baronesa Stein se patea el Museo  Kunsthistorisches de cabo a rabo... nada. Observa por el ventanal  las luces de Maria  Theresien-Platz, quiere ser uno más, perderse  en medio del gentío que atraviesa la plaza pero así, tal cual… no puede.  Sería el hazmerreír, no llegaría a ninguna parte. Culpa de su anonimato, de sus limitaciones al que fuera pintor de moda, ese maldito Klimt… el muy insensato va y se muere allí mismo, frente a ella, dejándola perfilada ¡sólo a medias! Desde entonces jura por lo más sagrado que así pasen 100 años aquel charlatán mujeriego terminará por cumplir su promesa.  Se le pagó por adelantado ¿entonces? Vivo o muerto ¡qué más da! Tendrá que terminar su trabajo. Guertha Stein contempla desde arriba el gran portalón de entrada…  cuenta con atravesarla algún dia, en cuanto recupere su nombre y el color de sus mejillas. Justo entonces, en medio de la escalinata, descubre entre oros y cobrizos el cuadro de "El Beso" con la figura entornada de un hombre abrazando a una mujer ¡que bien podría ser él! en su esquivo autorretrato.

- Herr Klimt, vamos. Manos a la obra, que no tenemos mucho tiempo.
- Ya pasamos por esto, frau Guertha. Otra vez no.
- No es momento para charlas. He esperado tanto…
- Desista, Madame, esta vez no se saldrá con la suya. 
- Mein lieber Freund, no me replique o gritaré y gritaré hasta que estallen las vidrieras y créame, no será un agradable espectáculo.
- Recuerde lo que pasó en el Metropositan… será un rotundo fracaso.
- Simplemente no estaba inspirado, no dió con el color. De no ser por eso, ya resplandecería divina y sería otra vez Yo.
- Pongamos que lo hago de nuevo, resultaría inútil.
- Ahora estamos en Viena y aquí todo será distinto. 
- No saldrá bien y lo sabe. No funcionan así las cosas.
- Mi querido Gustav, ¿es qué no lo comprendes?
- Además ya no soy el que era, no sabría por donde empezar...
- Me niego a quedarme así.
- Además, aunque lo hiciera… Mañana no quedaría nada, se esfumaría.
- Al menos ¡inténtelo! Míreme bien, creo que me lo debe.

Dammen Stein se despoja del chal de cashemire que la cubre, bajo él no hay nada más que un amasijo informe, insípido, descolorido en blancos y negros… su contorno e disipa en el aire igual que un fantasma. El no puede más que contemplar su criatura horrorizado y frente a ella, se queda sin palabras.
La maldición comenzó aquella fatídica tarde del 6 de febrero de 1918 en la que el pintor y su túnica cayeran fulminados en su estudio víctima de una apoplejía ante los ojos estupefactos de todos esos retratos en los que trabajaba simultáneamente. Entre ellos asomaba el rostro de Guertha Stein, apenas trazado en breves azules. En los años 80 coincidirían ambos lienzos en una exposición temporal celebrada en Nueva York. En aquellos días fugaces que compartieran baronesa y artista en el corazón de Manhathan Klimt la pintó incansablemente noche tras noche hasta el amanecer coloreando una y otra vez todos esos espacios en blanco… pero la atadura pervivió y las pinceladas incomparables del genio se borraban cada mañana.


Si bien ya pasó un siglo desde que Gustav Klimt inmortalizara a las más influyentes damas de la aristocracia vienesa, aún su pincel le tiene encadenado:

- Esmérate, Gustav. Haz de mi cuerpo, tu obra maestra. Quiero ser la quintaesencia de la sensualidad.
- Se pintar y dibujar, es cierto, pero ha de brotar la llama. Necesito, frau Guertha,  que brilles para mí.
- Que mi imagen carezca de la agresividad y desesperación de los dibujos de Shiele, del cinismo de Picasso, de la crudeza de Toulouse-Lautrec.

Klimt le acaricia la cara, intenta adivinar una sombra de humanidad en lo queda de ella, adormecida y hierática. Hablan de amor, de oscuros deseos… para avivar esa chispa hace mucho extraviada.

- Que el erotismo de mi boca, la elegancia de mi cuello trascienda el tiempo y las fronteras superando la destreza de Ingress o Matisse… ¡Rompamos moldes juntos! Seré la mujer más deseable.  

Pretende capturar un momento de éxtasis y así rodear esos ojos apagados con un halo de eternidad.  Suda, vuelve a ser él, despierta el genio dormido rociando de frescura a la más bella flor de todos los tiempos.  

- Deja que te mire, Guertha. Solo un segundo... Ya basta, ahora vete. Pasea por Heldenplatz camino de la Burgtor, déjate ver por el Messepalast, coge el tranvía, bebe champagne... ¡vive!
- Ptobaré la Coca- Cola y bailaré ese ritmo endiablado...
- Es tuya la noche pero vuelve con el alba, antes de que amanezca… me temo que desvanecerás con el día perdiéndote en el lienzo para siempre. Comienza la cuenta atrás, mi querida Cenicienta.

c


Y así de hermosa quedó nuestra Guerta, solo hasta que con la aurora se desvanezca el añil y el turquesa. Así fue gracias a Klimt, grande entre los más grandes y con el arte y a la ayuda inestimable de Irial que recreó para mí este cuadro imaginario que bien pudo pintar él pero que, tal como lo véis, en realidad no existe.

No creo en el levitar de fantasmas atormentados, sí en el eterno pesar ante la obra inacabada... descanse en paz, Herr Klimt. Dulces sueños, Guertha.