martes, 9 de febrero de 2016

RELATO: "La increíble persistencia del esmalte Azul Fluorescente".








LA INCREÍBLE PERSISTENCIA DEL ESMALTE AZUL FLUORESCENTE



* Frente a un diván a media luz.

Jesú Linares se declara infeliz durante una larga sesión con el psiquiatra que le ha sido adjudicado de oficio. El paciente podría ser víctima de un desorden mental tan agudo que le ha empujado a delinquir. Es por eso que el doctor Walnut, especialista en todo tipo de paranoias, analiza su monólogo fascinado pues jamás escuchó nada parecido. No osa ni parpadear para no interrumpir a su interlocutor y anota frenéticamente en el dossier intentando comprender. Deberá recabar toda la información posible para distinguir entre mentira y delirio y una vez calibrado su estado presentar un informe exhaustivo.

Según Jesú, todo comenzó durante una ceremonia en la Iglesia de La Trinidad de Córdoba. Concretamente, en el día de su bautizo. Afirma que en plena liturgia tuvo lugar una triste coincidencia: Justo cuando el sacerdote se disponía a bendecir al recién nacido, el bebé estornudó y el oficiante espetó ¡Jesú! por simple cortesía. Y entonces se dio la paradoja de que esa anécdota sin importancia cobrara una magnitud desmedida quedándose el niño como Jesú para siempre. 

Y no se trataría de un su suceso puntual sino el primero de tantos otros. En su opinión, aquella tarde bañada en incienso simplemente afloró el problema: El padre Juan no solo le cambió de nombre por accidente sino que simultáneamente se extraviaba su última “s" en un proceso tan extraño como irreversible. Pues si el cura vallisoletano seseó y el bolígrafo en el Registro Civil clareó no fue fruto del azar... La consonante había desaparecido. 

Jesú tuvo una infancia bastante alegre pero, por supuesto, no desprovista de pequeñas calamidades. Perdía de continuo las cosas recibiendo las consabidas regañinas de sus progenitores.  Extraviaba gomas, lápices, tijeras... En resumen, todo lo que caía en sus manos.  Le tachaban de inmaduro, olvidadizo y descuidado. Cómo explicarles que aquello ocurría de repente, tras un estruendoso bufido. Y es que cada vez que estornudaba aparatosamente su posesión más valiosa se desintegraba ahí mismo.

Por desgracia, tal insólita afección se le agravó durante la adolescencia, con la alergia del heno le desaparecería una bicicleta en plena ascensión. Volvía a casa deshidratado y con un codo en carne viva cuando comenzó a sospechar... "Si un huracán fortuíito se lleva mi gorra de los Knicks ¿por qué descarta los cromos de Dragones y Mazmorras y el carnet de la biblioteca?" Preguntándose por primera vez si alguien no se estaría apropiándo por la cara de sus cosas merced a algún truco vil y sorpresivo. Y así es cómo germinó la idea de Su Némesis, "El acaparador", el malo del cómic. Un ladrón cercano al lado oscuro y feo como un demonio que de un tiempo a esta parte se estaría volviendo cada vez más selectivo. 

Ya era un joven universitario cuando conoció a Úrsula y estaba tan colado por ella que no reparó en la urticaria que le brotó allá por su tercera cita al acariciar el cerdo vietnamita de uñas esmaltadas en azul fluorescente que su novia tenía por mascota. “Sí, era una mujer excepcional” dijo apenado al doctor Walnut mientras se encogía de hombros. Su dolor era sincero, la añoraba sobremanera pues ya no estaba con él, se la arrebataron esa misma tarde. Estaban viendo Titanic cuando Jesú estornudó nuevamente nevaron palomitas y su novia rio, descalza como estaba, hasta estallar en una risotada que se interrupiría abruptamente. Segundos después ya solo se escuchaba la banda sonora de James Horner de fondo, Úrsula se había evaporado. Y le consta que no marchó por su propio pie pues, aún considerándola capaz de dejarle allí plantado, jamás habría abandonado sus sandalias New Age a voluntad bajo una butaca de cine de barrio. 

Jesú estaba desconsolado y no es para menos, echaba en falta a la extravagante Úrsula y encima le interrogó la policía en un absurdo circunloquio que llevaría a punto muerto. Es entonces que ideó un plan descabellado que le permitiría recuperar a su novia desaparecida y de paso acabar con semejante infierno: Viajó hasta Cantabria para acampar en el bosque de secuoyas de Cabezón de la Sal, allí pernoctó durante tres noches seguidas hasta que su alergia a las cupresáceas le irritó las córneas y le dio por estornudar compulsivamente frente a una secuoya inmensa, la más alta de todas.  


Así fue como en un intento desesperado por aclarar el misterio provocó deliberadamente que un árbol de tremendas dimensiones despegara como un cohete hacia ninguna parte. Como medía 37 metros, confiaba en que llamara la atención al empotrarse en su lugar de destino que, en su resentimiento, imaginaba más como la siniestra guarida de "El acaparador" en su cueva de mil fechorias que en un modesto almacén de correos con objetos perdidos dispuestos en orden de la A a la Z.   


El doctor Walnut no se inmuta, le deja hablar aunque a estas alturas del desvario empieza a mostrarse algo reticente. Sigue tomando nota pero ya sin el menor entusiasmo ciñéndose meramente al trámite establecido. Me temo que el informe psiquiátrico no será concluyente y Jesú Linares será acusado por la fiscalía de un delito contra el medioambiente sin atenuantes.



* Entretanto a las afueras de Carboneras, provincia de Almería.


Jacintos Belmonte acaba de morír recientemente en oscuras circunstancias, si bien, si hacemos recuento, podríamos decir que a pesar de tan dramático desenlace, le sonrió la fortuna la mayor parte del tiempo.
Y es que Jacintos era un pastor de cabras más bien solitario que hace veintiocho años se construyó una cabaña de adobe en medio del secarral y tuvo el capricho de instalar un váter Roca que compró regateando a un chatarrero . Desde entonces cada vez que tiraba de la cadena caían cosas del cielo. Primero una S que se le quedó pegada al nombre, a partir de ahí llovió numeroso material de papelería, una bici de carreras, una gorra, unas gafas, un walkman y unas zapatillas con calcetines sudados a juego. En otra ocasión nevaron palomitas y como colofón, aterrizó una mujer espléndida mascando chicle. 


Jacintos era la envidia de los vecinos, su vida era prácticamente perfecta hasta que un día estaba en su trono particular y le aplastó un árbol de una altura descomunal que lo dejó empotrado en el suelo. Desde entonces descansa allí mismo, por lápida luce la taza de un inodoro Roca donde reza una inscripción en laca de uñas azul fluorescente. 


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JACINTOS BELMONTE (1954-2016)
Pastor, avistador de ovnis amater y devoto esposo.
Viejo chivo, ¿qué te creías? 
Lo que el cielo a veces da, otras tantas te lo quita.






16 comentarios:

  1. jajajaja
    que cosa loca, o no???
    me gusta mucho tu relato, que se pasea en lo absurdo y a su vez en la dramaturgia triste

    regreso, después de andar perdido una temporada por tu blog
    regreso a leer tus relatos extraordinarios
    prometo no perderme de nuevo, o no???

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    1. Pues si te ha gustado, estupendo.
      Sí, raya un poco en lo surreal pero quien sabe, cosas más raras se han visto.
      Si te pierdes, prueba con Google Maps.

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  2. Hola, Mere... Confieso que al principio del relato he pensado "Mere se ha comido una ese" ;-)
    Pero no, me equivoqué... esa ese se perdió con un estornudo en un bautizo
    Sé que al doctor Walmut le costará creer a Jesu... pero Jacintos sí le creería y es la prueba de que no hay ni un poquito de locura en las vivencias y experiencias de Jesu
    También creo que con tu impecable relato has demostrado que muchas veces, por no decir la mayoría, es preferible perder que ganar
    Y si no... que se lo pregunten a Jacintos ;-)
    Como siempre... un placer y un lujo leerte
    Besos

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    1. Hola, Mela, cuando lo leo en voz alta también se me hace raro y me trabo.
      La s voló en pleno bautizo y luego se fue todo lo demás pero claro, el doctor Walnut oye la historia y no le da crédito. Y Jesú lo tiene chungo pues su testigo number one no está lo que se dice disponible.
      Me ha encantado tu reflexión, Mela, muchas veces perder es la mejor opción.
      Gracias, Mela, la gracia de escribir está en poder compartirlo, bien lo sabes TÚ :D
      Un besazo.

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  3. Vaya dos.

    Uno perdiendo. El otro ganando hasta una espléndida mujer.

    Una gozada leerte.

    Te nombro master de imaginación desbordada. Eso si cum laude.

    No solo en los nombres con y sin ese, sino en historias que solo pueden anidar en tu cabeza.

    Tengo que reconocer que puesto a ser uno de tus personajes, y dando por hecho que el psiquiatra no parece demasiado receptivo a las rarezas de la vida, me quedo con el Jacintos.
    Que parece mas llevadero ir encontrando cosas que perdiéndolas.
    Que murió sin enterarse después de "enterarse" gozosamente a la de las uñas azules.
    Aunque queda la parte de la historia de Jesu estornudando en el sanatorio o la cárcel. ¿A quien le llegaran sus "desapariciones"? ¿Inventará un plan de fuga imbatible?

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    1. Gracias, Guille, escribirlo resultó divertido.
      Muy bonita, la acción de "anidar" historias :)
      Sí, Jacintos ha vivido como Aladín y su lámpara pero solo le duró un tiempo. Le auguro mejor futuro a Jesú una vez cumpla condena reducida (sin antecedentes) y esquivadas las pedradas de Greenpeace podría presentarse al mundo como mago ilusionista.
      Y eso ¡si no se escapa antes! Lo que te convertiría inevitablemente en cómplice, la fuga es idea tuya ;)

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  4. Jajajas! Jacintos no se esperaba que a la enésima vez de tirar de la cadena cayera semejante tronco...
    Jesú, jesú...con lo estornudo! a éste se le ha ido la mejor...montarse a tiempo en la secuoya! jjj

    Hasta mañana!! Un beso.

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    1. Hola, María E. Alguna vez, tenía que pasar... Troncos van, troncos vienen :) Aunque sea por simple estadística.
      Desde luego, sobre la secuoya habría logrado fugarse y dar con el ladrón :)

      ¡Hasta dentro de nada! Besos.

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  5. Jajajajajaja!! Y jajajajaja!!

    Qué buena vuelta de vacaciones gaditanas. Qué risa!!

    Conclusión: Cuanto más lejos de Jesú y Jacintos mucho mejor! No quiero morir tan joven. Aún me quedan cosas por hacer y personitas de las que disfrutar y ver crecer.

    Muy buen relato. Y más para mí, que pienso que es lunes y los lunes los odio.

    Un besote!

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    1. Qué bien te ha sentado Cádiz, Leo, vuelves a casa y sigues con la guasa :)
      Desde luego, yo tampoco querría verme en medio desde particular servicio de mensajería. Claro que no, a vivir a tope.
      "Pon un relato en tu vida", gran eslogan. Hay lunes y lunes y, por lo visto, éste pintaba mejor que otros :D

      Un besazo.

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  6. Sí que nos ha sentado a todos fenomenal porque hemos aprovechado los días de sol para estar en la playa. Tanto agobio de carnaval y de gente no era bueno para los niños. Hasta mi marido se dio un baño en pleno febrero.

    Un beso.

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    1. ¿Te has bañado en la playa? ¡En enero! Eres una chica con suerte :) A mí tampoco me atraen las multitudes, creo que elegiste muy bien, Leo, tú sí que sabes ;)
      Besitos.

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  7. Que relato más curioso jugando con los destinos y con los nombres. Aunque al pobre Jacintos no creo que le hiciera tanta gracia como termina, un beso

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    1. Hola, Rocío, escribirlo también me resultó muy divertido :) Jacintos ha acabado mal, muy mal, pero los últimos 28 años ha vivido como un rey. ¡Qué le quiten lo bailao! Y tiene una lápida de diseño ;) Besitos.

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  8. Hola!
    Me ha resultado muy gracioso, aunque siendo andaluz siempre tengo una cierta reticencia con el humor a costa de los nombres. Jesú no es tan extraño como parece, y aún podría nombrarte otros más extraños... La vida de Jesú y sus estornudos es esperpéntica y fatalista: carne de leyenda sin ninguna duda. Ese psiquiatra debería haberse dado cuenta desde la primera línea y presentar altura de miras, consecuentemente, en la última.

    En fin, ¡fresco y divertido! Buena lectura de verano
    Ismael

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    1. Hola, Isma. Este relato surgió a raíz del DNI de un amigo en el que le escribieron Marco sin la s del final y así se quedó for ever and ever.
      Sí, la fonética en Andalucía da mucho juego y los nombres se empapan de un deje maravilloso.

      El psiquiatra era miope, seguro :P

      Qué bien entonces. Como un Vargas (tinto con gaseosa) con hielo en medio de la calima :D

      Un besote

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