martes, 12 de abril de 2016

RELATO: Poco ruido y menos nueces.








Helga llegó a Templehof, residencia de niños sin hogar la víspera de Navidad vestida con un pichi a cuadros y unos zapatos de charol color cereza que desataron entre los huérfanos todo tipo de comentarios malévolos con un denominador común: Esa niñata no es de los nuestros. Ciertamente, sus pies parecían piruletas y tan golosos resultaban a la vista que el pequeño Karl se acercó a gatas para lamerlos y decepcionado, le dio por hacer pucheros. Pues aún sabían a cera de abeja con la que su antigua doncella les proporcionó tanto lustre, 

-          Has hecho llorar a Karl. – El gigantón de Klaus se encaró con la princesita.
-          Eso le pasa por arrastrarse como un perro. – Helga no se amilanó lo más mínimo.
-          Serás engreída…  – Klaus era el mayor, hablaba por todos –. Niñata, vuelve a tu castillo.
-          Eso. ¡Largo! – Le secundaría Helmut en su labor de esbirro confeso.

Esta claro que entró con mal pie, su primer día no pudo ser más desafortunado. Con el acento bávaro y esos andares de muñequita pronto la llamarían Sisí y arrancarían en cantos tiroleses cada vez que doblaba la esquina. Llegó la comida de Adviento y la niña de Munich continuaba siendo el foco de todas las burlas.

¡Crac..., crac..., crac!...; estúpidos ratones..., cuánta tontería; ¡crac, crac!...; Partida de ratones..., ¡crac..., crac!..., todo tontería.

A cada ausencia de la cocinera que no paraba quieta, sus compañeros de mesa le aplastaban una patata asada, le birlaban el pan o le pisaban la servilleta hasta que la nueva ya no pudo más. Entonces se puso en pie y presa de rabia y orgullo, agarró el jarrón de margaritas que coronaba el mantel y lo estrelló contra las losas del suelo tapándose la cara con ambas manos para luego escapar a recluirse en un recodo desolado del descuidado jardín trasero. Dejaba atrás las voces de los niños que la increpaban. Y como en el cuento, pronto despertarían los ratones…

Tocó tres veces una campanilla y gritó al tiempo: ¡Confitero!.. ¡Confitero!... ¡Confitero!... Instantáneamente cesó el tumulto; cada cual procuró arreglárselas como pudo.

-          Basta, Mequetrefes – Acudió la cocinera -. Otra trastada ¡y os quedáis sin postre!

Dicho esto, dejó la bandeja repleta de hojaldres sobre el aparador y siguió a Helga  hasta el viejo fresno donde se había parapetado la cría en busca de calor si bien temblaba de miedo y de frío pues tras el otoño y sin sus hojas de cobre, el leñoso grandullón ya abrigaba un poco menos. A Helga se la veía tan diminuta bajo las ramas desnudas que la cocinera se sentó a su lado y sin mayores preámbulos le entregó una nuez dorada.

"Hum..., hum..., ¡ah!..., ¡ah! ¡Eso sería cosa del diablo!" Al fin, echó al aire la montera y la peluca, abrazó a su primo con entusiasmo y exclamó: "¡Primo, primo! Estás salvado; te digo que estás salvado; si no me engaño, tengo en mi poder la nuez Kracatuk".

-          Feliz Navidad, Helga.
-          ¿No estás enfadada conmigo? Creí que vendría a reprenderme.
-          Toma, es la nuez Kracatuk – Ante la cara perpleja de la niña, prosigue – Al sur de la Selva Negra todos los niños la conocen.  
-          ¿La del cuento de Cascanueces?
-        Pues claro. ¡Cuál sino! – Dejó escapar un suspiro y se armándose de paciencia continuó su perrorata -, Hace muchos años, por Navidad precisamente, vino un forastero a un pueblo montañés de la vieja Bavaria con un saco lleno de nueces que vendía baratas. Delante de la puerta del zapatero remendón empezó a reñir con el vendedor de nueces del pueblo, que le atacaba, molesto porque el otro vendiera su mercancía, y para defenderse mejor dejó el saco en el suelo. En el mismo momento un carro muy cargado pasó por encima del saco, partiendo todas las nueces menos una, que el forastero, riendo de un modo extraño, le dijo al zapatero que se la vendía por una moneda de plata del año 1720. Sorprendente le pareció encontrar en su bolsillo una moneda justo de aquel año; compró la nuez y la doró, sin saber a punto fijo por qué había pagado tan caro una simple nuez y por qué la guardó luego con tanto cuidado."
-          Paparruchas. ¿No pretenderá que me trague semejante memez? Ya soy mayorcita para creer en duendes y habichuelas mágicas.
-          Debería dar cuenta de tu rabieta a la directora pero lo dejaré pasar, solo por esta vez, a condición de que guardes bien la nuez y vuelvas al comedor como si tal cosa.
-          Lo sé, me he portado como una estúpida. Pero es que me hostigan de tal forma…
-      Igual que Fritz, el hermano de Marie, rompiera el cascanueces en el cuento navideño de Hofman y el padrino de la niña lo arreglara con un sortilegio, tu jarrón también está enterito, la nuez lo ha recompuesto. Entra ahí e ignora a Klaus que viene a ser nuestro rey de los ratones y pronto comprenderá que eres una más, tan desdichada como ellos.
-          Pero ¿y si me…?
-          Ten paciencia, no son malos chicos. Sienten la misma ira que tú porque su vida se ha ido al traste. Te suena ¿no? – A lo que la muchacha asiente - Ahora otra pelea y estás perdida, Helga. Es tu última oportunidad, ¿entiendes? Si contravienes de nuevo las normas, alguien dará parte de ti a dirección y sabrás lo que es disciplina… Cuéntate los dedos, diez exactos ¿verdad? Pues créeme, no querrás saber para qué usa froilain Smidt las tijeras de podar en su despacho…
-          ¿Por qué me ayuda?
-          Yo también llegué aquí de niña, desde Munich con flores bordadas en el pichi, dos trenzas enlazadas y arrastrando ¡cómo no! esa maldita erre. Pero todo aquello quedó atrás, ya casi ni me acuerdo – Dette se encogió de hombros y mentía, por supuesto.

Helga entró en razón y volvió al comedor para retomar la comida tiempo atrás, minutos antes de que la cocinera sirviera el estofado. Mientras, Dette seguía sentada bajo el árbol centenario, el mismo que una vez sorbió sus lágrimas hace doce años cuando añoraba el blanco edelweiss y la nevada cumbre del Matterholt emergiendo de entre las nubes bajas.

¿Quién boga por el lago de las Rosas?... ¡El hada!... Ondas del torrente, agitaos, cantad, observad... El hada viene. Ondas rosadas, agitaos, refrescad, bañad.

Dette se desprende del guante y se chupa el muñón del dedo. De sobra sabe que en el orfanato salen muy caros los berrinches. Pero no está triste, todo lo contrario. Sobrevivió a aquel infierno, es lo único que importa. Se quita el otro guante y la cofia, también se desanuda el delantal decidida a no volver jamás ahí dentro. Y es que una vez cedida la nuez krakatuk, ha cumplido su deuda. Respira hondo, por fin puede marcharse de ese horrible lugar. Cruza la verja que chirría como el primer día, ya nada la retiene allí. Titubea… No, ni siquiera Helga. Marcha a hurtadillas, cual fugitivo. Huye como llegó, solamente con lo puesto.

¡Tac, tac, tac!; todo debe sonar con poco ruido...; el rey de los ratones tiene un oído muy sutil...

Se va en silencio, salvo por el crujir de esos zapatos del mismo cálido tono que la calabaza madura a los que nunca renunció así pasara toda una década. Auf Wiedersehen, TemplehofA cada paso rasga las hojas secas sin apenas dejar huella en el suelo mullido. Tras de sí, solo quedará aquel intenso aroma a estofado que deliberadamente derrocha pimentón y acaso una nuez dorada en un bolsillo a cuadros. Poco ruido y menos nueces... Mira atrás y no siente nada. 







14 comentarios:

  1. Hola, Mere... Es cierto que Helga entró en Templehof con muy mal pie, pero con unos zapatos preciosos ;-)
    Los niños no siempre son angelitos, pueden ser muy crueles
    Los compañeros de Helga está claro que tenían un comportamiento cruel, y entiendo que Helga explotara
    Creo que Dette, la cocinera, estaba deseando encontrar a quien entregarle la nuez Kracatuk... y Helga o Sisi ha sido la elegida
    Espero y le deseo que cuando se vaya ella de la residencia, lo haga con todos sus dedos o que le rompa el jarrón en la cabeza a Froilain Smidt
    Me ha gustado mucho, un relato magnifico
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Mela. Estoy contigo, esos zapatos me recuerdan a las manzanas de caramelo de las ferias.
      Los niños son crueles y obedecen a la ley de la jungla. Máxime si sus vidas son un asco e intentan resarcirse así de tanta amargura.
      Encajar en el orfanato no es labor de un día, será un trabajo arduo, Helga también habrá de dejar la arrogancia a un lado, no darse aires e intentar comprender la desgracia ajena. Y con la nuez dorada, intuyo que lo conseguirá ;) Si Dette apuesta por ella, pues yo también :) A pesar de Froilain Smidt, mala hierba... Esa mujer me da mucho yuyu.

      Gracias, Mela. Tus palabras, mi brisa primaveral. Vamos, que me alegran la semana :D Un beso.

      Eliminar
  2. Más que el principio me ha gustado el final! Bueno desde que la cocinera le da la nuez a Helga y le aconseja que no siga por ese camino...que ella ya sufrió y que no me esperaba que fuera de verdad en su propio dedo ¡sino sólo para asustarla! Me vuelves a sorprender con el giro que toma la historia, feliz de que Dette pueda pasar página a esa vida de orfanato. Ha sido un relato triste pero esperanzador y mágico.
    Un beso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, el final es muy esclarecedor ¿verdad? Además, cierra el círculo. Helga es buena persona, lo que pasa es que se ha parapetado en su desgracia. Tiene que hacer un esfuerzo por encajar porque no tiene nada más a lo que aferrarse. Sí, froilain Smidt le cortó un dedo y aún le duele en el alma, por eso le duele contemplar a Helga que va por el mismo camino.
      Como bien dices, Dette abandonará el horfanato. Tenía una deuda pendiente y por fin la ha saldado :)
      Gracias, M.Esther, por entrar conmigo de puntillas ;) Justo, esperanzador, yo no lo habría descrito mejor :D Un beso.

      Eliminar
  3. Me ha gustado mucho la intercalación del cuento del rey de los ratones y de la nuez Kracatuk (qué sonoro el nombre, por cierto) con la historia de la niña recién llegada al orfanato. Creo que la ambientación está muy bien lograda. Ayudan los detalles de los nombres y los ecos que todos tenemos por la vida en esos lugares de acogida. Me recuerda al célebre cómic Paracuellos, que cuenta las vivencias del protagonista en uno de ellos durante la dictadura. Se ponen los pelos de punta.

    Tienes que pulir los guiones en los diálogos. Tras un guión, a menos que vaya un verba dicendi (dijo, contestó, etc) debes poner mayúsculas. Por lo general, tras la acotación se pone un punto, y no antes. Por ejemplo,

    —Basta, mequetrefes —Acudió la cocinera—. Otra trastada ¡y os quedáis sin postre!

    Son detalles sin importancia pero no hay razón para que no los pulas y dejes que tu prosa brille por sí sola.

    Besos
    Ismael

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Ismael, intercalar el cuento de El Cascanueces hoy me ha costado más que otros fragmentos porque es un cuento infantil y cargado de diálogos. Más o menos ha encajado ¿verdad? Menos mal Ahora lo difícil será leerlo en voz alta, deséame suerte :P
      Gracias por la aportación de Paracuellos, yo también suelo leer comics. Recientemente, me gustó mucho uno de Paco Roca que se llama "Las calles de arena" y ahora estoy con "La princesa de hielo" de Camila Lackberg pero en novela gráfica, conforme avence que te contaré. Por ahora, me encanta.
      He intentado corregir la puntuación de los diálogos, siguiendo tus instrucciones. Ya le iré cogiendo el tranquillo, espero, hasta que me salga natural.

      Muchas gracias, Ismael, intentaré que brille :D Un beso.

      Eliminar
    2. Paracuellos no es uno que yo recomendaría, pero si quieres hablamos de cómics: a mí también me gustan. A ver si te animas a escribir una entrada sobre ellos y discutimos.

      Eliminar
    3. Genial, Ismael, hablaremos sobre cómics. Y una entrada en el blog podría ser un buen foro. Oído cocina :)

      Eliminar
  4. me encanta tu imaginación y tus mezclas.

    Es muy propio de los grupos decir al nuevo maltratado que es él quién tiene que cambiar la actitud y no que los maltratadores se podían poner la lengua en el culo.

    Menos mal que aparece quién ha vivido experiencias semejantes y la aconseja.

    Aunque mi lado optimista (que ocupa la mayor parte) imagina que Helga zapatos color cereza no (a) tendrá que esperar tanto tiempo para poder salir de ahí y (b) que lo hará con todos los dedos.

    Es mas, con suerte y carambolas puede que acabe haciendo películas y montándoselo con Alain Delón.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Entrelazar información es lo que más me divierte.

      Estamos en un horfanato decimonónico del imperio prusiano, más que un caso de maltrato refleja un pozo de desgracias compartidas.

      A Helga le irá bien, es una chica lista. Cierto, el sobrenombre de Sisí no supone tan mal augurio.

      Eliminar
  5. Hoy he pasado por aquí y me he encontrado un relato con muchas historias en su interior.

    Al principio parece que trata de la entrada de una niña en un orfanato pero entre medias cuentas la soledad de los niños, la historia del cascanueces … y la de una cocinera que sale a escondidas de aquel lugar que había sido su hogar.

    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es verdad, Rocío, esta historia encierra un montón de muñecas rusas, de la más grande a la más pequeña. De hecho, creo que así es la vida. Una historia lleva a otra historia... Y por eso, cuando charlamos con la gente enlazamos tantísimos temas.

      Besitos

      Eliminar
  6. Querida Mere,
    como siempre, desbordas imaginación. Y esa imaginación la sabes plasmar muy bien en el papel. Es algo que no todo escritor logra conseguir.
    Cada vez que te leo compruebo que lo mío nunca será escribir. Con gustarme leer me conformo ;). Aunque no lea todo lo que quisiera.

    Es difícil hacerse un hueco o encajar en un sitio tan peculiar como un orfanato. Lo suelen componer personitas con variedad de problemas debido a todo lo mal que lo han debido pasar al no haber podido conocer y disfrutar cada uno de sus padres.

    Helga, harta de ser el centro de tantas burlas estalla como era de esperar y romper el jarrón fue lo único que se le ocurrió para liberar toda esa ira y frustración acumuladas.

    Gracias a la cocinera y su historia sobre la nuez del cascanueces, Helga recapacita y no termina por el mal camino que comenzó. Menos mal.

    Me ha encantado el relato. Tiene mucho sentimiento.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Leo, todo es intentarlo. Y lo mejor, cuando escribimos, es un acto en solitario y esa intimidad inicial ayuda a plasmar las ideas sin timidez. Claro que podrías.

      Lo has descrito maravillosamente, Leo. Todos ellos, sin excepción, son criaturas mancilladas por la vida. Arrastran odios y temores, complejos y carencias que no acertamos siquiera a imaginar.

      Helga estalla, lo que puede acarrearle fama de niña problemática y no levantar cabeza... Menos mal que encuentra una aliada, alguien que pasó por lo mismo. Y para la cocinera... Por fin, la deuda está saldada.

      Gracias, Leo. Quise variar de escenario y salió esto :) Un beso.

      Eliminar

Si te gusta la entrada, te animo a dejar tu opinión. Responderé encantada a los comentarios cada 12 horas, a 1ª hora de la mañana y de la noche.
Hasta pronto!