martes, 2 de febrero de 2016

RELATO: "De arañas y mariposas".







De ARAÑAS y MARIPOSAS



Habían pasado ocho décadas desde que la Compañía holandesa de las Indias Orientales se asentara en aquellas tierras vírgenes y aunque la población nativa se mostrase indecisa al principio, eran pocos los que, tras casi un siglo de ocupación, la aceptaran de buena grado.

Fue justo por esas fechas que Helmut Amsberg se instaló en Djambai a cargo de la factoría acomodándose en la casa colonial adyacente junto a su esposa Heike y su hija Dotte. En cuanto Labah las vio llegar acompañadas de seis porteadores acarreando un baúl y semejante colección de aparatosas sombrereras en tonos pastel, lo supo: “Con las lluvias, la mujer contraerá las fiebres”. Y no pudo más que sonreír a la araña que absorta en el tejido de una red casi invisible, se esmeraba en cubrir con su velo dos florecillas color champán. 

La familia Amsberg tomó a la joven Labah como personal de servicio y rápidamente se encariñó con la niña. Durante la sobremesa, mientras los padres dormían, solía contarle leyendas de la vieja Sumatra donde la jungla se adueña de todo cuanto crece y huele por doquier a orquídea salvaje. 

“Samudra Pasai es la isla que surgió del fuego y el sol caldeó con tanto mimo que nació una gran selva de pequeñas criaturas de ojos rojos que todo lo miran..."


 La voz de la criada era tan melodiosa que las palmeras le hacían los coros y a cada pausa, parecía que se detuviera el mundo y el monte Kerinci contuviese la respiración. 

“… Todos eran felices en el reino de Aceh hasta que en tiempos del príncipe Alauddin Shah irrumpieron las mariposas y la araña violinista se vio obligada a rondar los troncos de las acacias en busca de coloridos capullos…”

Labah resultaba tan complaciente que, en ausencia de la malograda Heike, consiguió mitigar como un bálsamo tanto la soledad de Helmut como la tristeza de Dotte. Bajo el calor pegajoso y la lluvia que no cesa ella alimentó sus cuerpos, sus mentes, sus egos e incluso su delirante imaginación. Se paseaba semidesnuda con una orquídea en el pelo desplegando esas pupilas curiosas que todo lo ven... Muy pronto las noches de tul serían del padre, los días de trópico pertenecerían a la niña y las largas horas de sopor se encargarían del resto.  

De modo que para cuando partió el monzón, la deliciosa Labah ya era indispensable en un hogar de repente invadido por fragancias de lo más exóticas suplantando así, sin más, a la fugaz esposa y madre y pudiendo disponer por fin de todos sus sombreros. 

“…Pues la araña violinista, una vez eclosiona la larva y el cielo estalla en aleteos, se tumba panza arriba y parece una cagada de pájaro. Así es como caza a las mariposas de irisaciones fluorescentes”.










8 comentarios:

  1. Hola, Mere... Mira que me gustan las mariposas, las arañas ni un poquito ;-)
    Entre una mariposa y una araña encerradas en un vaso puesto al revés... me parece que la mariposa tiene poco que hacer
    Creo que Labah vio y eligió a su victima desde el principio, a Heiker... aunque me temo que Helmut y Dotte también son victimas
    Bueno, pues después de leer este relato me reafirmo en que aborrezco a las arañas ;-)
    Besos

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    1. Labah no solo se encaprichó con los sombreros. Como ocurre en la naturaleza, tenía una labor que cumplir...
      Digámoslo abiertamente: Todas las arañas son asquerosas y las que más, las amarillas :S
      Besitos.

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  2. Hola Mere,

    Un relato de contrastes. Con lo bonitas que son las mariposas y lo horripilantes que son las arañas. Y me da a mi que no se trata de una opinión personal. En el caso de tener a las dos juntas, mucho me temo que la naturaleza obrará y la indefensa mariposa no durará ni un suspiro. Así es la vida. El fuerte siempre devorando al más débil.

    Un abrazo.

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    1. Una opinión compartida, Leo, esos bichos no ganarían un concurso de popularidad precisamente ;)
      Sí, la mariposa tiene las de perder y si encima, se trata de un intruso... La ley de la jungla.

      Un abrazo.

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  3. Eso es lo que tiene llevar tantos sombreros a la selva...
    Ahora que ésta lectora de voz melodiosa sí que tiene peligro!! (mucho más que otra que yo me sé ;-)
    Se disipó la lluvia y quedó la orquídea, todo un ciclo muy natural, quién va a sospechar de la araña...ella sólo trama su propia supervivencia aunque alguien tenga que ser la víctima. Qué oportuna Labah, consolando a los afligidos... mientras la pobre mariposa desaparecía de su vista.
    Una pena, no me gustaría para nada estar en su situación.

    Besos!!

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    1. "Ni la pamela ni el juego de té" tomo nota para mi próximo viaje :)
      Grace es una santa, en comparación. Más que de lectora, a Labah la veo de cuentacuentos.
      Y sí, María E. Así es, lo has comprendido: Aparece el intruso y el habitat se revela, mera cuestión de supervivencia. Darwin for ever!!!

      Besos

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  4. Las mariposas de por si tienen una vida muy corta.

    Las arañan son las cazadoras mas cómodas que conozco. Ponen una red y esperan que la comida venga a su casa.

    A la de los sombreros le toco ser mariposa.

    Labah es una araña.

    Me la imagino paseando semi desnuda pero usando un sombrero diferente cada día de la semana.

    Vaaaaale, ni me había enterado que llevaba sombrero. Pero es que uno se fija en lo importante.


    Hace un tiempo, en mi anterior casa una araña ocupó una de las esquinas de mi terraza. Ella eliminaba a los mosquitos que querían mi sangre y yo no la barría.
    Fue una consistencia pacifica.
    Pero ahora que he leído tu historia es cierto que en aquella época me desaparecieron algunos sombreros, me dejaron algunas novias y.....

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    1. Tus conclusiones, Guille, perfectas. Concisas y lapidarias, con el aplomo del silogismo.

      Toda la razón: Los sombreros no son asunto frugal, hay quien mataría por un sombrero (claro que posiblemente, lo haría también por un paquete de chicles :S)

      Esa simbiosis tuya con la araña de la terraza funcionó por un tiempo... ¡Y prometía! De quedarte, ahora serías "El Spiderman de El Barrial". Lástima, lo que se ha perdido el mundo.

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