jueves, 24 de noviembre de 2011

La osadía de Rachel Pringle y otras Mujeres de Barbados







Rachel Pringel, hija de un maestro escocés y su esclava africana, fue la primera mujer de color que regentó un hotel en Barbados. Su belleza era tal que el capitán Thomas Pringle se la compró a su padre por un precio exhorbitante y le puso una casa en el barrio bajo de Bridgetown. Cuando el capitán comenzó a perder interés por ella, Rachel intentó consevar los favores de su amante y benefactor tomando prestado a un niño al que hizo pasar públicamente por hijo de ambos mientras Pringle se hallaba en alta mar. Al descubrirse la artimaña, el capitán la abandonó.
La mulata lejos de amilanarse ante semejante revés, encontró un nuevo protector aún más acaudalado si cabe llamado Polgree. En 1780 Rachel abrió el hotel que gozó de enorme éxito desde su inauguración entre los oficiales de la Marina Real Británica. Se cuenta que en 1789 un grupo de oficiales navales llegaron de visita completamente ebrios, encabezados por el príncipe Guillermo Enrique, quien más tarde ostentaría el trono de Inglaterra como Guillermo IV. Tales "caballeros" se embroncaron con la gente indiscriminadamente y destrozaron el interior del establecimiento causando muchos desperfectos. En lo mejor de la diversión el príncipe guillermo Enrique volcó la silla de Rachel y la tiró al suelo. Ella no dijo nada, pero al día siguiente antes de que zarparan, envió al futuro monarca de Inglaterra una factura detallada de 700 libras, una fortuna en aquel entonces. El noble la pagó a tocateja para que no se extendiera una imagen negativa sobre él por las islas. Con el dinero, Rachel restauró el hotel con gran pompa y lo llamó The Royal Naval Hotel. En 1821 hubo un incendio y nada queda de aquel lujoso hotel, pero la leyenda de la hermosa mulata aún pervive.

Rachel quizás fuera la más bella y desde luego no le faltaba osadía, pero no fue la primera de entre todas aquellas bravas y obstinadas mujeronas de Barbados, ni tampoco sería la última.
De hecho, los primeros Hucksters o vendedores ambulantes de Barbados fueron mujeres africanas que vendían alimentos y baratijas a los laterales de las calles en los días de la esclavitud. Llegaban a las poblaciones con bandejas en la cabeza llenas de diferentes artículos y un taburete bajo el brazo riéndo y cantando, proclamando su mercancía a voces. Deambulaban por la plaza a duras penas enfrentándose a leyes contrarias a "este comercio de objetos robados"a pesar de que en la mayoría de los casos la mercancía era adquirida legalmente. Los señores solían entregarles un dinero para aumentar la producción de la plantación y ellas les daban un porcentaje de las ventas. Otras esclavas cultivaban tubérculos o frutas en el terruño que les concedían sus amos
nveniencia.
Y es que la mayoría de las quejas contra la venta ambulante provenían de los comerciantes de Bridhetown más influyentes, que veían peligrar el lucro de sus propios negocios. Por eso aquellas mujeres fueron sometidas a múltiples torturas, azotadas y enjauladas en la plaza mayor con collares alrededor del cuello y los tobillos atados con grilletes... Pero nada consiguió disuadirlas y continuaron frecuentando los domingos las aceras de Fairchild Street con sus bandejas a rebosar de malangas, boniatos y quingomboes, especias, limas, papayas, naranjas y plátanos, con esos pequeños taburetes bajo el brazo que depositaban en portales y aceras...
Siguiendo la estela colorida de las antiguas vendedoras ambulantes, aún hoy las mujeres de Barbados andan pregonando sus artículos por las calles todos los días, en especial los sábados. Riéndo, cantando, con el mismo coraje de las esclavas de antaño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te gusta la entrada, te animo a dejar tu opinión. Responderé encantada a los comentarios cada 12 horas, a 1ª hora de la mañana y de la noche.
Hasta pronto!