miércoles, 21 de marzo de 2012

Esa 1ª Luna de Maullidos y Cascabeles


La presencia del gato en la vida medieval no se limitó a sus trémulos pasos por el oscurantismo de la brujería. No sería justo identificarlo con meros rituales de sortilegios y aquelarres mágicos sin observar que a diario y sin tapujos convivía a la luz del día como animal doméstico con nobles y damas, campesinos e incluso clérigos en ambientes bien dispares.


Aunque nos constan algunas de sus apariciones esporádicas en la Antigüedad, no fue hasta el siglo V durante la alta edad media cuando se tornó animal de compañía en Occidente. Llamado Musio por los clérigos amanuenses, conocido comunmente como cattus, terminaría por imponerse su estatus bajo el nombre de gato en medio del pueblo llano.


El Bestiario de Aberdeen le dedica estas palabras manuscritas (pergamino 23v):

"El gato es llamado musio, cazador de ratones, porque es el enemigo de éstos. Comúnmente se le llama cattus, gato, por captura, el acto de cogerlos. Otros dicen que el nombre viene de capto, porque atrapa a los ratones con sus agudos ojos. Pues tiene una vista tan penetrante que vence a la oscuridad de la noche con el brillo de la luz en sus ojos. Así catus significa en griego agudo, o ingenioso".


Cosas del azar, la suerte del felino en la estima de sus amos tomó un giro inesperado en torno al siglo XI con la llegada a Europa de la temible rata negra portadora de la peste, a la que el gato no temía enfrentarse, convirtiéndose en un animal imprescindible en el hogar del medioevo.


He aquí que el perro, al cazar fuera de casa, era acogido raras veces como huésped dentro de los muros domésticos mientras que el afortunado gato, con la excusa de andar siempre atareado persiguiendo ratas y ratones, merodeaba sigiloso por doquier accediendo libremente al más remoto rincón, incluso a las alacenas de la despensa, no siéndole vedada estancia alguna, ni la más íntima ni la más lujosa.


Sin embargo, aún le aguardaba al gato un rol más exquisito como animal de compañía y es que los cruzados que volvían de Jerusalén comenzaron a traer de Tierra Santa ejemplares de excepcional belleza, con pelajes y miradas inusuales. Es el caso del "Gato soriani" procedente de Soría, la antigua Siria, que con su exotismo fascinaría las más refinadas cortes europeas.


Aún en nuestros días podemos contemplar los elegantes rasgos felinos de uno de sus genuínos descendientes, el gato Chartreuse de suave pelo gris y ojos pardos, tras lograr sobrevivir astutamente entre nosotros por el sudeste de Francia durante más de 1500 años.


Las crónicas caballerescas de Perceval o El Cuento del Grial, Chretien de Troyes en el capítulo Las Gotas de Sangre en la Nieve, dicen así:


"vos lo amansaréis como se amansa a un gato acariciándolo"


Cuál sería el secreto encanto de este silencioso animal que alcanza casi volando torres y sótanos si hasta reparan en él los más bellos Poemas Épicos compartiendo leyendas con cálices sagrados, galantes promesas y honor entre caballeros.

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