Me levanto como zombi, no puedo pensar todavía. Necesito desayunar ¡y rápido! Avanzo hasta la cocina, tuesto pan, me gusta crujiente y de no cogerle el punto masticaré un pedazo poroso de lava calcinada. Al primer bocado, me digo: "Mmm, qué rico" si está como a mi me gusta. O "Uy,uy,uy" si me sabe a chamuscado. Muevo ficha, es la primera prueba insulsa del día que no me lleva ¡a ninguna parte! Si bien, para mi, comienza la gran partida: me la juego a empezar decidida y con buen pie o arriesgarme a caminar torcida topándome con las paredes.
El agua de la ducha tarda en calentarse: "pues no contaba con esto" En cambio voy y encuentro la pareja de calcetines del color apropiado: "vaya, si es que no me lo creo" Lo que, ejem, tratándose de mi casi lo calificaría de feliz acontecimiento. El metro tarda: "joder, justamente hoy". O viene al momento: "anda, eso está mejor". La escalera mecánica se ha roto: "¡venga ya! O va y de repente funciona: "Ok, seguimos" En el supermercado la cajera de al lado atiende un pedido gigantesco: "Buf, de buena me libré" mientras mi caja sigue despachando "¡Acerté, qué lista soy!" Llueve: "¡mierda! quién me manda ponerme los zapatos de ante, precisamente hoy". Me pilla el semáforo en rojo: "¿justo ahora?" Salpica un coche al pasar por encima de un charco: "¿por qué a mi y no a esa, que va con botas de agua?"
Funciono así, para qué negarlo. Según marchan las cosas, decido inconscientemente si aún puede ser un gran día o se pone la cosa fea... Caigo en la trampa más antigua del mundo: El desafío de los hados, el arte de premonizar desastres. Permito que algo tan fortuíto e insípido como una gota de lluvia o tan certero y mecánico como un botón predisponga mi ánimo hacia lo inevitable. "Soy metálico en el jardín botánico" como emitía en acordes Radio Futura.
Luego están los pequeños detalles, casi inapreciables. que distorsionan el chip y nos sacan de la rutina. Un globo de colores que vuela a cámara lenta sobre el asfalto, un par de zapatillas anudadas sobre el cable de teléfonos... son las primeras pistas. El conejo blanco ¿recuerdas? El programa de Matrix también tiene sus fallos. Lo sé, son fenómenos aislados que igual que vienen, se van con la fugacidad de un cometa ¡no sin antes, por suerte, causarnos interferencias!
Demos un paso más: En el Londres de posguerra brotaron rododendros sobre los tejados en ruinas y muy pocos se percataron. Hoy por hoy, al este de Manhattan en los día fríos, emerge vapor de agua de las alcantarillas. Washington D.C, una mañana de enero frente a L´Enfant Plaza Station. El gran Joshua Bell tocara a Bach con un Stradivarius de 1713 como un músico callejero más, frente a la entrada del metro. Llueve y desde la ventana tantos paraguas danzando parecen un mismísimo ejército de mariquitas. Mientras sobre los rascacielos duermen estatuas inmensas como colosos, gigantes de piedra que guardan la ciudad de sus propios demonios. Paseas ahora a pie de calle y los restaurantes rezuman especias, huele a kebab, albahaca y curcuma que te llevan de un chasquito a ultramar, solo ¡con doblar la esquina! Hay tanta gente que camina y no repara en lo que mira... ¿Si soy supersticiosa? No lo creo. Más bien una pobre ilusa, que se deja embriagar por las pequeñas cosas.
Voy por la calle siempre explorando, cruzando en ámbar, rozando los coches, esquivando cuerpos que me estorban. Corre que te corre, robándole tiempo al tiempo. La mayor parte de mi vida estoy con Neo, en Matrix. Keanu Reeves me gusta, así que también tiene su parte buena. Así y todo anhelo ese mágico instante en el que logre escapar a comer fresas con Amelie ¿me sigues?
Te preguntarás qué me traigo entre manos, si se me fue la olla o realmente sé lo que digo. Y dispuesto a enfrascarte en mi juego absurdo sondeas ¿cuándo ganas? ¿cuándo pierdes? Solo se gana si le encuentras un sentido. Neo descubrió el conejo blanco, para él con una señal fue suficiente ¿Y tú? ¿a qué esperas? Asómate de una vez, es como un video-juego pero sin tantas jodidas reglas. Imagina un maldito carrusel ¿vale? Tú giras y giras siempre con la misma música... Pues bien, pase lo que pase y veas lo que veas ¡no mires atrás! Respira hondo, agárrate fuerte y abre bien los ojos. Muy atento a los detalles... Qué no siempre vamos en círculo ¿sabes? Y lo mejor de todo viene, justo cuando te descuelgas.
"L´horloge tourne" Michael Miro
Si me permites, Mere, mejor que el carrusel me quedo con un paseo relajado y pausado, observando como tú dices, y sin perder detalle. Es que el carrusel cuando se para da vértigo y mareo...
ResponderEliminarBesines y feliz martes!!
Vale, Carmen, trato hecho. Pasearemos fijándonos muy bien en todo lo que pase. Te apunto a la excursión :) Gracias por la visita, un beso
ResponderEliminarYo también tengo ese carácter observador y es sorprendente cuanto puede revelar un pequeño detalle, es casi como una aventura o quizás algún tipo de capacidad de ver lo que pasa inadvertido a ojos de otros, es má, creo que es la principal causa de mi despiste crónico jeje. Un beso
ResponderEliminarAsí es, Yossi, observar el entorno al detalle nos hace despistados, pero coincidirás conmigo en que es una bendición, a pesar de los efectos secundarios :) La pillaste al dedillo, como siempre. Un beso
EliminarSi Mere, pensaba que se te había ido la olla, al principio lo entendía, luego la verdad el carrusel con las niñas yu-yu dando vueltas, prefiero un carrusel de esos clásicos de los de toda la vida con caballitos y carrozas..... no sé si hoy te he pillado muy bien la idea.
ResponderEliminarUn beso.
El del Parque de Atracciones va tan despacio que te puedes cambiar del tigre al elefante a mitad de recorrido cuando no mira el vigilante. Como ves, somos un poco cafres... es lo que pasa cuando vas con críos :) Un beso
EliminarPequeños (o grandes) contratiempos en lo que todavía puede llegar a ser un gran día. Nunca se sabe, ¿verdad? Me encantas las buenas vibraciones con las que tus relatos impregnan la atmósfera. Besos y buena semana,
ResponderEliminarSiempre me fijé en esos detalles fugaces que interrumpen el gris de lo cotidiano y quise compartirlo con vosotros. Cazadores de momentos mágicos, eso es lo que somos :) Un beso
EliminarMe encanta, siempre digo que hay que fijarse en los pequeños detalles. y yo también me dejo influir por las cosas de primera hora para que mi día se tiña o no de gris.
ResponderEliminarEl carrusel da la opción de ver varias veces un mismo sitio, una vez en cada vuelta, un fotograma más cerca, una puerta, una opción..
Te sales, Mere
Besos
¡Pues menos mal! Entonces no soy la única.
EliminarMe gustó mucho la visión del carrusel como una puerta hacia las segundas oportunidades... Ingenioso y tremendamente esperanzador :) Un beso
Creo que es en los pequeños detalles donde radica la esencia de la vida; la rutina nos devoraría si no fuera por esas casualidades que nos hacen pensar "anda, mira, no me lo esperaba" y convierten un día cualquiera en uno especial. Me alegro, Mere, que pertenezcas al grupo de personas que saben captar los pequeños detalles y disfrutarlos como el último sorbo cargado de cacao de un chocolate caliente :)
ResponderEliminarUn besito, gracias por hacer de este día ¡algo especial!
Los pequeños detalles son como fisuras en el espacio-tiempo que nos hacen despertar, a lo Matrix, del entorno, de la indiferencia hacia uno mismo, transportándonos a otra realidad muy nuestra ¡y algo más luminosa! por cierto, donde nos permitimos pensar que todo es posible. Lo pillaste, Irial.
EliminarY lo del chocolate, tendré qué probarlo :) Un beso
Un desafiante relato a lo cotidiano, ya sabes que yo empatizo con estas historias del día a día :) y sí, me gustó el detalle de incluir a Keanu Reeves, el de la canción, ¡ays! los calcetines parejos, el desayuno glorioso, el paseo, la pobre ilusa y las fresas con Amelie. Y si hablamos de cerrar los días me gusta en un bendito carrusel de palabras como este. Besitos Mere
ResponderEliminarDefinitivamente, Marilu, disfrutas con los detalles llamense Keanu Reeves, Radio Futura, las fresas de Amelie y mis calcetines... amén de tantos otros que descubres por ti misma cada mañana por tu calle. Y el aroma del té... uno de los más inolvidables :) Gracias, Marilú, por saborear mis letras como el mejor gourmet, un beso
EliminarHola Mere, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSiempre he pensado que los pequeños detalles son los grandes "chivatos" para bien o para mal.
Pero últimamente estoy muy despistada y creo que no pillo ni uno.
Tú eres muy observadora, una buena cualidad.
Una escritora debe fijarse mucho en su entorno para luego transmitir al lector...
Besos
Cuando adquieres el hábito de contemplar instantes, ya nunca te abandona. Recuperarás tu super-poder, Mela, en cuanto alces la vista :) Un beso
EliminarPues imagina, creyendo en eso o no (da igual) a un tio Libra: es decir, a mi. Al despiste natural se añade la indecisión y, si por mi fuera, salgo a la calle sin calcetines, jajajajaja
ResponderEliminarMe encanta la forma que tienes de contar las cosas.
Un besazo
Créeme, me hago una idea. Es más, ante la duda existencial que supone decidirse por un par de calcetines, me parece que diste con la mejor opción: "salir a la calle sin ellos". A fecha de hoy, con la rasca, quizás un poco temerario. Pero de cara a la primavera... Ya está, problema resuelto.
EliminarMe gusta tenerte por aquí con ese sentido del humor sutil e inteligente, tan tuyo :) Gracias, Valaf, un beso
A mi me pasa que no solo me fijo en los pequeños detalles si no que algunas veces por fijarme en ellos me puedo llevar por delante una farola o una papelera jajaja. Con dar un paseo con sol o con paraguas si llueve no hace falta mucho más para viajar ¿verdad? Besos.
ResponderEliminarAsí es, Rocío, excelente actitud. Todo está ahí fuera, solo necesitamos caminar con los cinco sentidos. Eso sí, intenta eludir a tu paso objetos metálicos y en su caso punzantes ¿vale? Disfrutarás mucho más el paseo :) Un beso
EliminarComo me he sentido identificada!! Con lo de las tostadas, los calcetines, todas las mañnas rezando para encontrar la pareja adecuada y no llegar tarde por culpa de esos malditos jajajajja.
ResponderEliminarY me ha encantado la última frase buena reflexión. Besos.
Pues sí, en nuestras mañanas caóticas se ve que coincidimos. Tú ante todo no flaquees, que ser así tiene su parte buena... vivimos cada instante como una auténtica aventura ¿a qué sí? A ver, qué remedio :) Un beso
EliminarSí, te iba a decir lo mismo que el comentario de acá arriba, que me sentí súper identificada con el relato...
ResponderEliminarUn beso Mere
Pues lo mismo te digo, Eva. Creo que en el fondo somos afortunadas, pues la vida nos sorprende a cada momento :) Un beso
EliminarSi es que hay que fijarse y valorar esos pequeños detalles, que son casi siempre los que nos arrancan la sonrisa, los que nos hacen la vida un poquito más felices. Ahora lo del carrusel... Ays, es que nunca me ha gustado. Eso de dar vueltas nunca lo he llevado bien. ¿Podría ser un trenecito?
ResponderEliminarBesotes!!!
"La felicidad está en los pequeños detalles" es lo que me dijo una vez en un restaurante chino la Galleta de la Suerte. Claro qué sí, Margari, el trenecito nos vale :) Con tal de que te agarres bien, porque no va en círculos pero correr, sí que corre. Un beso
EliminarAmo La matrix, hasta he escrito alto...la vida que swe desprende de la realidad. A veces me pregunto donde va la gente cuando va...Van en circulos como el carrucel? Me encantó tu plst. Saludos.
ResponderEliminarAsí es, Ricardo, vamos embalados hacia ninguna parte. Ojalá que eso de girar, tenga algún sentido. Un beso
EliminarHola Mere:
ResponderEliminarIgual que Sherlock Holmes, que los detalles son los que le hacen resolver los crímenes, o igual que en el ajedrez, donde las jugadas más espectaculares están formadas por muchas jugadas casi triviales, o como en un truco de magia, donde el movimiento grande engloba al pequeño, si es que tienes toda la razón: Me encanta este post
Elegiste unas comparaciones absolutamente perfectas. En cualquier arte o destreza, en en los detalles donde radica la diferencia. Gracias, Nuño. Un beso.
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